¿Durará el gobierno Puigdemont?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Los propagandistas del siglo XXI se han lanzado a la yugular del flamante president de la Generalitat, Carles Puigdemont. Le acusan de tener pasado profesional y del pecado de subvención. Le afean ser independentista desde hace años. Le corrigen el currículum publicado. Y le cuestionan la legitimidad democrática -que no la legalidad- por la manera como le propusieron. Sería tan fácil desacreditar a estos pequeños Torquemada que no vale la pena. Bastaría recordar lo triste que nos ponían esos currículums de dirigentes que empezaban en las juventudes y acababan en el Senado. O releer sus mismos artículos acusando a Mas de converso para huir de los juzgados. O rebuscar en las universidades de las que jamás fueron profesores. O rememorar las hagiografías que escribieron de los alcaldes que se pasaban la vara sin pasar por la urnas sin chistar sobre su legitimidad. E incluso hurgar en los sobres que han cobrado de nutridos beneficiarios de concesiones públicas sin publicidad ni concurrencia. Sería feo y no vale la pena.
Las debilidades y las fortalezas de Puigdemont no vienen ni de su currículum ni de su pasado sino de su génesis y de su futuro. Algunos han interpretado erroneamente que estamos ante un presidente por accidente. Pero en realidad su perfil es plenamente coherente con lo ocurrido en los últimos años y en los últimos meses. Es una trayectoria con la que se identifican esa franja de votantes que desde el 2003 oscilan entre PSC, CDC y Esquerra. Gente que no llega al independentismo únicamente desde el nacionalismo, que no necesita odiar e insultar a los comunistas para no serlo y que ve en las CUP más juventud que ideología. Esa gente se siente orgullosa de Puigdemont cuando sale a la tribuna del Parlament y no cae en las trampitas de las falsas polémicas por los 18 meses o por la prórroga presupostaria.
Bloque central
Mientras Puigdemont conecte con este bloque central del soberanismo, su gobierno será estable. Los independientes de Junts pel Sí le apoyarán y los cargos de CDC y de Esquerra le respetarán. Y si logra la cuadratura del círculo ligando a Catalunya Sí que es Pot con el lazo de pacto con la CUP será difícil descabalgarlo.
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