Dos miradas

'Doulas' y dudas

Si hay embarazadas dispuestas a pagar por un soporte emocional es que sienten que no lo reciben de su entorno

EMMA RIVEROLA

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Enfermeras y comadronas han advertido sobre el intrusismo y los posibles riesgos que comporta la figura de las doulas. Estas se han defendido recalcando que solo ofrecen «apoyo emocional» a las embarazadas. Más allá de denunciar los casos de mala praxis, presentes en todos los gremios, cabe preguntarse por qué hay mujeres que recurren a sus servicios. Las razones pueden ser muchas, pero hay algo evidente: si hay embarazadas dispuestas a pagar por un soporte emocional es que sienten que no lo reciben -o no lo suficiente- de su entorno. Tradicionalmente, ese apoyo era asumido por las veteranas de la familia y por las comadronas y médicos. Por un lado, la mayor preparación profesional de las nuevas generaciones quizá las lleva a no valorar suficientemente los conocimientos de las mayores. Por otro, basta reunir a un puñado de madres para que relaten alguna mala experiencia de su embarazo. Desde partos programados para cuadrar la agenda del ginecólogo hasta la nula asistencia en la lactancia.

Acostumbradas a competir por un puesto de trabajo digno, a reivindicar la igualdad en todos los ámbitos, de repente, la maternidad irrumpe reclamando toda la atención. No siempre es fácil. Ni lo es someterse a los cambios radicales de un cuerpo que la sociedad sacraliza, ni lo es aceptar que el rol de tu vida cambia irremediablemente. La doula no es más que la constatación de una inseguridad y de la dificultad para combatirla.