Dos sobresaltos antes de votar

La campaña electoral que ha conducido a las elecciones del 26-J no pasará a la historia por las novedades en los planteamientos de los partidos. Ha dado la sensación de que estos meses de prórroga tras el fiasco de una legislatura fallida se han hecho demasiado largos tanto a los electores como a los candidatos. Los primeros sufren la saturación de un periodo de bloqueo político presidido por el bombardeo de sondeos y de mensajes cruzados que casi nos sabemos de memoria. Los segundos han seguido encerrados en su laberinto, empeñados en mejorar posiciones cara a futuros e ignotos pactos de gobierno.

La campaña, que empezó con la relativa novedad de un debate a cuatro -esta vez con Rajoy- y el aliciente de si habrá 'sorpasso' en el polo de la izquierda tras el pacto entre Podemos e IU, acaba impregnada por un escándalo imprevisto -el protagonizado por el ministro del Interior y por el jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya- y en un clima de desasosiego provocado por el triunfo del 'brexit', con lo que de inestabilidad e inquietud trae el resultado del <strong>referéndum en el Reno Unido</strong>.

CORRUPCIÓN Y SOBERANISMO

Las conversaciones entre <b>Fernández Díaz</b> y <b>De Alfonso</b> conocidas ahora vuelven a colocar en el centro del debate la corrupción y el soberanismo catalán, es decir, los dos grandes problemas pendientes de la democracia española. Por encima del rifirrafe sin fin en el que se hayan enzarzados los cuatro grandes partidos españoles, cuando se han despertado, los dos dinosaurios seguían allí.

El<strong> 'brexit'</strong>, por su lado, nos abre unas sombrías perspectivas económicas en un momento en que -con todos los condicionantes reales de empleo inestable y salarios bajos- parecíamos estar saliendo del túnel.

No sabemos cómo incidirán dos variables tan distintas como el 'Fernándezgate' y la salida de Gran Bretaña de la UE en el comportamiento del electorado español. Pero lo razonable es pensar que la primera estimulará las ansias de regeneración de la política y la segunda aumentará la presión de los partidos para formar pronto un gobierno que se haga escuchar en Europa en un momento crítico.