Dos mundos que chocan

ENSAYO GENERAL DE LA ÓPERA "LA CONQUISTA DE MÉXICO"

ENSAYO GENERAL DE LA ÓPERA "LA CONQUISTA DE MÉXICO" / gb

ROSA MASSAGUÉ

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Se titula ‘La conquista de México’ y los protagonistas son Hernán Cortés y Moctezuma, pero podría ser cualquier otra conquista, cualquier encuentro entre culturas diferentes, entre mundos que chocan en distintas circunstancias, incluso domésticas o empresariales. Pongamos por caso la llegada de un nuevo director a una institución o empresa con ideas completamente distintas.

Esta es la ópera del compositor alemán Wolfgang Rhim (1952) que presenta el Teatro Real basada en unos textos del mismo título de Antonin Artaud, el creador del Teatro de la Crueldad. La obra del dramaturgo francés nunca fue de fácil digestión. Desconfiaba del lenguaje de las palabras y utilizaba los sonidos para manifestar precisamente la impotencia del habla. Por el contario, creía en el lenguaje del cuerpo.

En su ópera Rihm mantiene la división en cuatro secuencias que figura en el original de Artaud: ‘Los presagios’, ‘Declaración, ‘Los cambios’ y ‘La abdicación’. Añade extractos de otro escrito del dramaturgo y, como si quisiera equilibrar la dureza de aquellos textos, al final de cada parte el compositor introduce una estrofa de un poema del ciclo ‘Raíz del hombre’, de Octavio Paz.

Rihm, un compositor muy prolífico que tiene en su catálogo diversas óperas, rompió con el serialismo imperante en la posguerra. Se ha asociado su estilo a distintas corrientes contemporáneas, pero siempre es difícil su catalogación. Sus grandes conocimientos musicales le permiten recurrir a distintos estilos.

En ‘La conquista de México’ la música no acompaña a un libreto. Aquí, todo es canto. “Cada acorde debe ser cantado como una melodía” dice el propio Rihm. El efecto musical es impactante con los 47 músicos y algunas voces distribuidos en distintos espacios del teatro, además de altavoces para reproducir los fragmentos que canta el coro que son grabados.

Para marcar la diferencia entre los dos mundos distintos Rihm da al personaje de Moctezuma una voz femenina, la de una soprano dramática que tiene su extensión en otras dos cantantes, una soprano ‘aguda’ y una contralto. El mundo de Cortés, interpretado por un barítono es un mundo masculino.

En la ópera de Rihm el genocidio no es el tema central, ni lo es la conquista en el sentido histórico. En realidad es una reflexión en términos filosóficos sobre el encuentro de dos mundos distintos, ninguno de ellos superior al otro, y la colisión que al final ocurre debido a la incomprensión y a los malentendidos.

Musicalmente hay tres momentos de una gran belleza. El primero es el inicio de la obra dominada por la percusión. Los otros dos son al final, cuando los coros masculino y femenino se unen por primera vez en el episodio de la llamada ‘Noche triste’, la derrota de los españoles a manos de los aztecas. En este momento, la música de Rihm adquiere un aire antiguo y religioso. Y el final, que es una especie de dúo de amor entre los dos protagonistas, una escena que trasmite gran intimidad.

Al igual que la obra de Artaud, la ópera de Rihm requiere una digestión lenta, pero la producción del Real tiene un gran elenco artístico. Pierre Audi firma la puesta en escena que cuenta con una escenografía de Alexander PolzinAlejo Pérez, muy bregado en la música contemporánea, dirige la orquesta.

Los cantantes (el día 11) asumieron las dificultades de una partitura en la que hay enormes extensiones vocales con brillantez, muy en particular Nadja Michael en el papel del emperador azteca, que a la voz añadía un extraordinario lenguaje corporal fruto seguramente de muchas horas de gimnasio. Las otras voces de Moctezuma (Caroline Stein Katarina Bradic) tampoco se arredraron ante la dificultad de la partitura. Lo mismo que Georg Nigl como Cortés.