Al contrataque

¿Dos mundos?

Debemos huir tanto del buenismo como del odio irracional asumiendo que el terror también vive aquí

MANEL FUENTES

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Los Mossos detuvieron a cinco marroquís, cinco españoles y un paraguayo. Supuestamente una célula yihadista que pretendía atentar en Catalunya. Ante la estupefacción de la población y el lógico miedo inicial, los debates que han ido copando los medios han sido tan tristes como improductivos. El ministro del Interior aprovechó la ocasión para hablar de la Fundació Nous Catalans, vinculada a Convergencia, para asegurar que ha intentado captar a musulmanes extremistas para hacer proselitismo de la independencia, recordando a Noureddin Ziani -expulsado en el 2013 por promover el salafismo y miembro de Nous Catalans- para luego decir que yihadismo e independentismo no es lo mismo. Estéril y torticero. Como tampoco sirvieron para ahondar la amenaza latente las réplicas de los alcaldes de Terrassa o de Salt defendiendo su municipio y su mezquita. Simples comentarios mal o bien intencionados que dirigen el tiro lejos de la diana. Igual que los que han vuelto al eterno soniquete de «cuidado con restringir libertades en aras a la seguridad porque esa conquista fue vital para nuestra civilización».

Lo que hay que entender es que nuestra civilización ya no existe, porque no vive en un departamento estanco. Si hoy importamos camisetas de China a bajo precio, implícitamente también estamos importando unas peores condiciones de trabajo para los que las consumimos si pretendemos competir con ellas. Lo nuestro era una burbuja. Y a principios de este siglo se pinchó, como los aviones de American Airlines pincharon las torres en Nueva York.

Convivir con la desigualdad

Hoy el mundo es solo uno. Si nuestro sistema se ha nutrido de la desigualdad, ahora también convivimos con ella. Con la desigualdad del mundo. Educativa, cultural, religiosa, económica, mental. Y no va a ser fácil. El terror y el sinsentido también se han globalizado. Y a dos tipos armados con ganas de matar y sin miedo a morir, con nuestras antiguas reglas, no hay quien los pare. El malestar tiene muchas ofertas de destino y ahora la del yihadismo goza de una cierta moda. El miércoles detuvieron a cinco españoles, cinco marroquís y un paraguayo. Ya forman parte de nosotros, con lo que no tenemos muchas alternativas. Hay que empezar a aceptarlo y a convivir con ello. A confiar y a colaborar más con nuestras policías y a huir tanto del buenismo como del odio irracional, los que todavía estamos capacitados para hacerlo, asumiendo que el terror también vive aquí. O esto o nos ponemos a jugar con la idea de separar nuestro adorable mundo de lo que no nos gusta, enredándonos con fronteras estrictas, sociedades controladas, derechos restringidos y guerra sin cuartel, con la idea de que ni uno de ellos viva entre nosotros. ¿Cuál de las dos estamos dispuestos a asumir? ¿Cuál tiene mayor probabilidad de éxito?