Dos miradas

Dos líneas

Hay quienes centralizan en Mas toda la responsabilidad de lo que está pasando y lo convierten en el protagonista indiscutible de la historia

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Hay dos grandes líneas de reflexión a la hora de analizar el proceso de toma de conciencia catalán ante el Estado español. Hay quien ve en todas y cada una de las acciones una voluntad partidista que consiste en aprovechar un momento histórico para mantener el poder. Es la visión de quien centraliza en el presidente Mas toda la responsabilidad de lo que está pasando y lo convierte, para bien y para mal, en el protagonista indiscutible de la historia. Este análisis se extiende también al partido de Mas. La huida hacia adelante de Convergència, en medio de un considerable revuelo mediático y judicial, consiste en constituirse en alternativa política haciendo bandera de una independencia que, en el fondo, no se contempla como la mejor solución.

La otra línea pone el énfasis en los movimientos sociales. A diferencia de la primera -que es más tangible, más demostrable-, tiene una base emotiva que se escapa del pensamiento racional de cualquier politólogo. Todo ello, todo lo que está pasando, es fruto de una voluntad regeneradora difusa pero constante que se ha ido ampliando en el seno del panorama catalán y que se ha estabilizado en una considerable mayoría social.

La primera lectura utiliza los mecanismos de comprensión tradicionales: todo tiene un justificante partidista. La segunda, más romántica, nos habla de un corpus ciudadano que empuja con sentido rompedor. Todo depende de cuál de ellas elijamos, si es que no elegimos la combinación de ambas.