Catalunya tras el 27-S

Dos lecciones y enormes consecuencias

El soberanismo no ha llegado al 50%, pero una victoria del PP y C's en las generales lo retroalimentará

XAVIER BRU DE SALA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Quizá la principal lección del 27-S es que el independentismo solo puede ser derrotado en las urnas por discordia interna o si se produce una oferta alternativa de nueva relación con el Estado. La mayoría silenciosa ya ha hablado. Resultado: mayoría absoluta independentista en el Parlament, una situación hasta hace poco del todo impensable. Digan lo que digan los líderes, se cuenten como se cuenten los votos, está claro que, en la lectura plebiscitaria, al . Es poco, muy poco. Tanto quienes consideran que el no ha ganado como los que dejan en un terreno indefinido e intermedio los casi 500.000 votos de Sí que es Pot y UDC deberían estar de acuerdo con la siguiente y sencillísima afirmación: el  no ha llegado al 50%. Ello comporta una consecuencia evidente: no habrá DUI. La CUP lo dice a las claras. Sin un mandato popular explícito y mayoritario a favor de la independencia no hay legitimidad para declararla. Sí para prepararla. Incremento, pues, de la tensión, pero ausencia de ruptura.

¿Cómo puede evolucionar la situación en los próximos meses? Según los indicios, y sin pretensiones de infalibilidad, el vaticinio más probable augura un acuerdo para la formación de un bloque independentista en el Parlament y el Govern. Duración prevista, 18 meses. Con Mas de president de la Generalitat (opción A) o de jefe de Junts pel Sí en el Parlament (opción B; la C mejor no especificarla). Al final, unas nuevas plebiscitarias, o más bien refrendatarias, sobre un proyecto de Constitución catalana.

¿Reacción del establishment político-económico-mediático de Madrid? En vez de ir dibujando una tercera vía plausible, ni que sea por si acaso, confía en la discordia de los independentistas como bálsamo que resuelva el desafío soberanista. ¿Y si no se pelean? Pues para ello está la mano dura del PP y el esencialismo hispánico compartido con Ciutadans.

Ahora conviene proponer un enigma al lector. ¿Cómo es que Rajoy, habiendo perdido tanto en Catalunya, se declara tan satisfecho? Por tres motivos. Primero, porque entre los escenarios posibles, este es el que más le conviene para continuar en la Moncloa. La independencia es una amenaza real, no una posibilidad inminente ni una cuestión menor. Eso exige la fortificación de España, que pasa por conjurar el riesgo de contemporizar con los insaciables independentistas que corre el PSOE. Segundo, porque en el Parlament la derecha españolista no había conseguido nunca una representación tan elevada. Y tercero, por los réditos incalculables de la otra gran lección del 27-S, una lección hasta ahora poco o nada observada a pesar de que ha sucedido ante las narices de politólogos, comentaristas y sociólogos, casi todos cegados como mariposas de noche por la luz tan potente del foco independentista: a través de la marca naranja, el PP ha robado la cartera al PSOE en los cinturones de Barcelona y Tarragona. En lectura española, la derecha, C's más PP, ha obtenido 36 diputados contra 16 de los socialistas. ¡36 a 16! ¡Más del doble! ¡Inaudito! ¡Inimaginable! Realidad de enorme trascendencia. El PSOE ha perdido uno de sus dos graneros. Ahora ya solo le queda Andalucía. Por si fuera poco, Podemos se ha hundido. ¿Qué le importan a la derecha el auge soberanista y el peligro de secesión ante las buenas perspectivas que se le abren desde Catalunya para ganar en diciembre?

En efecto, tendremos que convenir que nunca, en democracia, Catalunya había sido tan determinante cara a unas elecciones generales. El sorpasso a los socialistas impulsa a C's. Ahora, el PP incluso se debe preocupar de moderar la marea naranja para que no le inunde una porción excesiva de territorio. Si esta mirada sobre las perspectivas de futuro no es errónea, la actitud intransigente del PP, de cierra España, deja al PSOE en muy mala posición cara a las generales. Rajoy se propone revalidar la mayoría absoluta de la derecha con el complemento de la marca naranja. ¿Qué importa si a España le interesa hacer una oferta alternativa a Catalunya si la intransigencia aporta más votos?

La victoria de la derecha en las generales, si un imprevisto no la impide, retroalimentará a su vez el soberanismo. En este primer asalto democrático, el independentismo ha ganado, pero no por KO como pretendía sino a los puntos. El segundo asalto, y todo parece indicar que no el último, en las generales de diciembre. Si el sorpasso de la derecha sobre el PSOE en Catalunya y la intransigencia de los populares más C's siguen las lógicas descritas y se amparan del Gobierno de España, la opa independentista a la izquierda soberanista tendrá bastante campo por correr. Con lo que el independentismo vencería por KO en el tercer asalto.