DOS MIRADAS

Dos gatos

Este país no necesita mesianismos sino radicalidad democrática. Es decir, el retorno a la dignidad institucional y la desaparición de la vía judicial

Inés Arrimadas y Carles Puigdemont

Inés Arrimadas y Carles Puigdemont / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Antes del 21 de diciembre, parece que había una mayoría silenciosa, es decir, una cantidad superior de ciudadanos que callaban porque no se atrevían a hablar o consideraban que ya les estaba bien estar callados. Después del 21 de diciembre se ha demostrado que la mayoría no era silenciosa, pero sobre todo se ha constatado que no era mayoría. Que la mayoría, en un sentido estricto, tanto numérico como simbólico, no existe. Estamos empatadosempatados: es el resumen más clarificador de las elecciones. No en diputados, por supuesto, pero sí en el posicionamiento de la ciudadanía hacia la independencia de Catalunya.

El famoso gato de Schrödinger, dentro de la caja hermética, no estaba muerto o vivo sino ambas cosas a la vez. Los estados se superponían. No podíamos saber si respiraba o si el veneno había hecho efecto hasta que no abríamos el escondite. La intervención del observador constataba la evidencia de una de las posibilidades y enviaba la otra al paraíso de la física cuántica.

Calma para la convivencia

En Catalunya abrimos la caja y descubrimos que, en realidad, había dos gatos. Vivo como nunca, el del independentismo, con la participación más alta de la historia; vivo, también, el de un españolismo furibundo. Después de haber visto el interior, este país no necesita mesianismos sino radicalidad democrática. Es decir, el retorno a la dignidad institucional y la desaparición de la vía judicial. Y calma, mucha calma. Con el fin de mirar cómo pueden convivir estos dos gatos.