Dos miradas

Dos ciudades

Hubo un pasado en que se hablaba de pueblos y no se les identificaba con los abusos de sus políticos

EMMA RIVEROLA

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Hubo un día, en plena República, en que Pau Casals fue nombrado hijo adoptivo de Madrid. Hubo un tiempo en que Barcelona miró al Madrid del No pasarány se implicó a fondo en prestar ayuda militar y humanitaria a la capital de un país en guerra. Hubo una tarde de mayo de un remoto 1968, en que Raimon dio un recital en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Complutense de Madrid ante un público entregado que abarrotaba el vestíbulo, las escaleras y los pasillos. Hubo años en que la palabra Madrid no se utilizaba en Catalunya como un arma arrojadiza cargada de los significados más despectivos. Centro de un poder opresor, de los pasillos enmoquetados que desprecian todo lo que no les resulta propio, todo lo que no entienden. Hubo un pasado en que se hablaba de pueblos y no se les identificaba con los abusos de sus políticos.

Ada Colau Manuela Carmena celebraron un mitin conjunto en Madrid. La candidata de la capital recordó la unión de los abogados madrileños y barceloneses en la lucha antifranquista, los años que vivió en Barcelona cuando la echaron por causas políticas de la universidad de Madrid y pronunció un emocionado: «Barceloneses, os queremos un montón». Se acabó la campaña y esas dos mujeres serán alcaldesas. Ellas son la oportunidad de muchas cosas. También la de derribar los muros que demasiados levantan para preservar su poder y, con él, sus chiringuitos.