Operación policial

Dos catalanas

Los que lo hemos apostado todo a la construcción de identidades complejas e híbridas, basadas en la libertad individual, lo tenemos difícil en este tiempo

Un grupo de musulmanas reivindican su derecho a vestir como quieran, en Barcelona.

Un grupo de musulmanas reivindican su derecho a vestir como quieran, en Barcelona. / periodico

NAJAT EL HACHMI

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Un niño me preguntó: «¿Tú qué eres, catalana o musulmana?». Me esforcé en explicarle que los dos conceptos no eran excluyentes, pero no sé si sirvió de mucho. Seguro que recibe más mensajes en dirección opuesta al mío. Los que lo hemos apostado todo a la construcción de unas identidades complejas e híbridas, sólidamente cimentadas en la libertad de elección individual, lo tenemos difícil en estos momentos. No porque seamos minoría, sino porque los relatos predominantes son, más que nunca, los excluyentes.

Ahora a ese niño le tendría que explicar la diferencia entre un musulmán y un terrorista. En el imaginario colectivo resulta cada vez más complicado separar ambas cosas, a pesar de que muchos de los que justifican mediante la religión su nihilismo destructor no hayan cumplido nunca con ningún precepto divino y su devoción no sea más que postureo sobrevenido.

El lenguaje usado por los medios y las autoridades puede ayudar a diferenciar a los unos de los otros o puede hacer todo lo contrario.

Cuando la semana pasada los Mossos d’Esquadra detenían a dos hombres de Roda de Ter por terrorismo, unas declaraciones del conseller Jordi Jané me llamaron la atención: «Habían conseguido adoctrinar a dos mujeres catalanas», dijo. Poner el énfasis en el hecho de que las captadas fueran catalanas es, como mínimo, sacar conclusiones precipitadas: ¿qué elemento sirve para determinar su catalanidad, puesto que a día de hoy no hay ningún pasaporte que responda a esta identidad? Los detenidos, de quienes se dijo que eran de nacionalidad marroquí, ¿no hay ninguna posibilidad de que sean también catalanes? ¿Se habría dicho lo mismo de las dos mujeres si sus nombres y apellidos hubieran sonado más o menos a árabe o se habría subrayado su origen marroquí?

Al día siguiente, Pedro Piqueras en el informativo de Tele5 explicaba que una de las mujeres tenía «profundas raíces catalanas» y que, además, al quitarse el pañuelo habían descubierto que era rubia. Será que tiene más mérito adoctrinar a catalanas rubias que a simples musulmanas morenas.