Análisis

Dos Barças antagónicos

ERNEST FOLCH

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La jugada del año no es un gol: es un eslalon imposible de Leo Messi en Ipurua que, por supuesto, será mucho más recordado que las dos acciones que subieron al marcador. Nada mejor que la jugada extraterrestre de Messi para ejemplificar el estado de ánimo de este equipo: hoy todo empieza y todo acaba en el sensacional momento de forma que atraviesa el argentino. La subordinación del equipo a su gran estrella es de tal magnitud que ya nadie habla de 'Messidependencia' puesto que ya no hay ni debate: simplemente está asumido que el Barça lo ha fiado todo al mejor jugador de todos los tiempos, y a quien no le guste, que se rasque.

En una estructura donde la ideología ha ido perdiendo peso, el entrenador no tiene la influencia que tenía en la 'era Guardiola' y el resultado a corto plazo es la única prioridad, se asume que el club entero cuelga en estos momentos de las botas de Leo Messi. Porque la realidad es que en estos momentos hay dos Barças: hay uno, transformado después de la catarsis de Anoeta, que juega los fines de semana y que baila al ritmo de su gran estrella, como volvimos a ver el sábado contra el Eibar. Pero hay otro Barça, que aparece entre semana, que se desangra lentamente en los juzgados, y más concretamente en la Audiencia Nacional: el club, su presidente actual y su expresidente, están a punto de ser encausados los tres a la vez en un proceso judicial cada día más difícil de parar.

La esperanza es Messi

De lunes a viernes, el club vive una dolorosa tragicomedia que pone en riesgo su imagen y su tocadísima credibilidad institucional. La esperanza es que llegue el sábado y Messi consiga hacer olvidar la bomba que hemos conocido el día antes o sabremos el día después. La paradoja es que el Barça juega en estos momentos dos partidos antagónicos y con resultados tan contrapuestos que, a veces, parece que la única forma de paliar la herida judicial sean los goles salvadores de Messi. En medio de esta situación esquizofrénica, se imponen unas cuantas preguntas: ¿Hasta cuándo aguantará el equipo a la institución? ¿Hasta qué punto puede un club aislar a sus jugadores de la presión judicial que lo rodea? ¿Son realmente dos realidades tan distintas que pueden separarse quirúrgicamente sin que una influya sobre la otra? La hipótesis de la pura impermeabilidad parece una quimera, como demuestra el feliz anuncio de elecciones, que ayudó a calmar los ánimos y visto en perspectiva fue posiblemente uno de los factores que ayudó a la recuperación del equipo.

Es evidente que la prioridad es aislar a los jugadores de la tormenta judicial, para lograr así que se consigan los objetivos de la temporada. Pero no es menos cierto que el barcelonismo debe aspirar a que en un futuro cercano los dos Barças jueguen al unísono en un entorno desjudicializado y sin que uno tenga que incomunicarse del otro. Quizá sea una utopía, pero soñar es gratis.