¿A dónde va Alberto Ruiz-Gallardón?

La contrareforma decimonónica del poder judicial para devolver el poder a sus élites, su defensa del gusto por la gastronomía deDívar, el endurecimiento del Código Penal para resolver todos los problemas y finalmente la repenalización del aborto. Entre el desconcierto general,Ruiz-Gallardón ha completado su proceso de conversión a la verdadera derecha. La primera etapa de lo que sin duda ve como un camino hacia la Moncloa, el lugar que le llama desde niño.

En su rumbo hacia la presidencia,Gallardónparece haber llegado a la convicción de que hasta ahora su error ha sido empezar por el final. Primero, se ganó a la opinión pública jugando al centrismo estratégico. El plan era atraerse luego al partido que le silbó cuando tuvo la decencia de reconocer que algo habrían hecho mal después del 11-M. No ha funcionado.

Ahora parece querer probar lo contrario. Primero, va a hacerse con el partido demostrando ser ese líder extremo que nunca da un paso atrás. Luego ya se ocupará el márketing político de reconquistar el aprecio del votante medio.

La futilidad con que ha reabierto un debate tan doloroso como el aborto revela tanto el tamaño de su ambición, como su falta de medida. Si para conseguir su objetivo debe revolver en el sufrimiento de las mujeres que se ven abocadas a elegir, condenarlas moralmente o incluso proscribir su derecho a decidir, lo hace sin dudar.

No sabemos si habrá conseguido su objetivo de ganarse el corazón de las bases electorales más reaccionarias e integristas del voto popular. Lo único seguro es que su imagen de posible candidato de una derecha moderna, abierta y tolerante ha estallado en mil pedazos. Como la burbuja inmobiliaria, la credibilidad deMariano Rajoyo la convicción de que es mejor pagar tus impuestos porque las amnistías fiscales son artefactos de otro tiempo.