Doble tragedia: Brexit y vuelve Blair

La primera ministra británica, Theresa May.

La primera ministra británica, Theresa May. / periodico

RAMÓN LOBO

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Si cree que el PSOE está metido en un Catch 22 (cualquier solución es un problema), debo decirle que lo de Ferraz es un juego de niños comparado con el 'brexit'. Ganó la salida de la UE por 1.269.501 votos sobre una población de más de 64 millones. Dos de los principales impulsores del no están fuera de juego: Nigel Farage, líder y alma del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), y Michel Gowe, cabeza de los tories eurófobos (antes llamados euroescépticos). Farage admitió al día siguiente de la votación que uno de los argumentos estrella de la campaña del no era falso.

Un grupo llamado The People’s Challenge group, financiado a través de crowfunding, que representa intereses individuales y colectivos, ha llevado al Gobierno británico a los tribunales, que empezarán a ver el caso a partir del 13 de este mes. Centran el pleito en la decisión de la primera ministra, Theresa May, de no recabar el voto del Parlamento para activar, a finales de marzo de 2017, el artículo 50 de los tratados de la UE, que pone en marcha el proceso de desconexión. Según los demandantes, se trata de una decisión antidemocrática. También cuestionan la campaña del no que estuvo basada, según ellos, en exageraciones y mentiras.

May, partidaria de seguir en la UE, logró la nominación de los conservadores para sustituir al dimitido David Cameron. Ganó la partida interna a dos de las figuras del 'brexit', el antes citado Gowe y el exalcalde de Londres, Boris Johnson, que era el gran favorito. Johnson es un tipo inteligente y carismático, pero sin ética. Sus críticos le acusan de haber apostado por el no por la ambición personal de llegar al 10 de Downing Street. Johnson es ahora ministro de Exteriores, pero sin mando en las negociaciones con la UE. La razón de su entrada en el Gobierno es simple: es mejor que esté dentro meando fuera, que fuera meando dentro (John Edgar Hower dixit)

MANDATO LEGAL

La nueva primera ministra aún no ha pasado por las urnas. Se mantiene dentro del mandato legal de Cameron. Con este bagaje debe tomar una decisión que afectará la vida de millones de británicos. Dirige un Partido Conservador dividido entre eurófobos y proeuropeos. Podía haber optado por anticipar las elecciones y buscar una legitimidad extra y abrir, quizá, la vía para un segundo referendo. Ha preferido salvar su cargo y subirse al carro del 'brexit'.

Ahora tiene dos opciones: soft 'brexit' o hard 'brexit'. En su discurso ante la convención anual de su partido dijo cosas impropias de un dirigente cabal y democrático, como que las empresas británicas deberán elaborar listas de sus empleados extranjeros y explicar por qué los contrataron. También desgranó una serie de argumentos contradictorios que los muy optimistas podrían llamar plan. La respuesta ha sido clara: la libra esterlina cayó a su nivel más bajo en 30 años.

Londres quiere irse de la UE y seguir en el mercado único sin aceptar las condiciones de pertenencia del club (libre circulación de personas, reconocer la autoridad del Tribunal Europeo de Justicia). Quiere que las empresas británicas gocen del máximo acceso en la UE (no pagar aranceles) y a la vez ser independientes para imponer las reglas en su mercado interior. La principal, elegir los inmigrantes a la carta.

May se mira en el ejemplo de Noruega que no es miembro de la UE y disfruta de acceso al mercado único, pero obvia que Oslo acepta sus dos pilares: la libre circulación de personas y la autoridad de los tribunales de la UE (el 75% de su legislación es comunitaria). También contribuye al presupuesto comunitario aunque en menor cuantía que los demás miembros de la Unión.

AÑOS DE NEGOCIACIÓN

El 'brexit' suave parece otra mentira del campo del no. Berlín y París ya han advertido. Tal como están las cosas, la opción más probable es el 'brexit' duro que arrancará a finales de marzo de 2017, si es cierto que activan el artículo 50. Serían dos años de negociaciones (ampliables si los 27 están de acuerdo) en los que Alemania y Francia se lo van a poner muy caro a los británicos. El objetivo es evitar nuevas fugas.

No servirá de mucho si la UE no aprovecha la salida del Reino Unido para repensarse, ser valiente y apostar por una mayor unión política que permita una voz común. No debemos ser optimistas, porque esta UE y estos dirigentes son los que firmaron el acuerdo con Turquía para expulsar refugiados. Para colmo de los males, Tony Blair, uno de los mayores fraudes de la izquierda europea, no descarta volver a la política activa en su país. Eso si que sería duro de verdad.