La clave

El doble plebiscito del 27-S

ENRIC HERNÀNDEZ

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El barómetro político del GESOP publicado en estas páginas dibuja un campo de batalla electoral muy distinto del que soñaba el soberanismo cuando eligió el 27 de septiembre como el día D del desembarco, el primer gran hito en la conquista de un Estado catalán.

No se le puede negar al oficialismo el esmero con que viene fabricando la épica independentista en torno a la figura de Artur Mas: desde el anuncio coral de la pregunta del 9-N hasta la solemne convocatoria de la consulta y su alternativa celebración; desde la oferta fallida de una lista única con ERC al emplazamiento a las entidades soberanistas para que arropen al 'president' por el bien del proceso, pasando por el propio anuncio de las «plebiscitarias» del 27-S y la ritual ruptura con Unió.

Pero la pretensión de que el veredicto de las urnas se leyera en clave exclusivamente nacional, como sucedáneo del referéndum sobre la independencia que el Estado abortó, ha chocado con la articulación de una candidatura de izquierdas que refuta el discurso hegemónico e introduce el eje social en el centro mismo de la campaña. Cuando cristalice el remedo de la Barcelona en Comú de Ada Colau, más pronto que tarde, quedará formalmente convocado el doble plebiscito del 27-S: independencia sí o no, de un lado, y del otro la pugna derecha-izquierda, sazonada por la dialéctica de clase y la regeneración democrática.

Dos bazas para CDC

La lista de Mas, sea cual fuere finalmente, parte con cierta ventaja en esta partida simultánea porque, acabado el recuento electoral, Convergència podría asumir tanto la vanguardia independentista, si es que los partidos adscritos a la hoja de ruta ganan en escaños y/o en votos, como el liderazgo de un bloque conservador -reconciliación con Unió mediante- que ponga freno al frente popular de los albaceas del 15-M. Entretanto, Esquerra, aun aplastada por los dos bloques en liza, tiene la virtud de poder escoger pareja de baile en función de cuál sea el resultado electoral.

El 'Sí-Sí' a la independencia frente al 'Sí se puede'. Así de apasionante se presenta la cita del 27-S, que algunos, si estuviera en su mano, no dudarían en borrar del calendario.