Doble incoherencia

Si Mas frena ahora, su prestigio entre los independentistas corre peligro de derrumbe

XAVIER BRU DE SALA

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Artur Mas: No es coherente presentar el 9-N como la semifinal del proceso y después negarse a celebrar la final sin la garantía de victoria que le proporcionaría la gran lista con ERC y la sociedad civil. Quien no se arriesga a perder no merece ganar.

Oriol Junqueras: No es coherente negarse a ser el número dos de la gran lista independentista e ir por el mundo reafirmando a diestro y siniestro la ausencia de ambición presidencial. Quien no quiera ser presidente que no encabece listas.

Cómo saben los lectores de este diario, y algunos que aún no lo son, quien firma estas líneas era partidario, primero, de llegar al final de la legislatura y, después, de la gran candidatura. Escaso acierto. Tampoco parece que vaya a cuajar la candidatura civil, sin Mas ni Junqueras y en el fondo contra los dos, ante todo por falta de candidato creíble. La política, para los políticos. Planteadas y observadas así las cosas, todo parece indicar que los dos líderes del proceso van a ir en listas separadas. Separadas, es decir enfrentadas, y no solo diferenciadas por el eje derecha-izquierda, sino, y quizás sobre todo, por la disposición -Mas- o la negativa -Junqueras- a abrir un periodo de negociación antes de hacerla efectiva (siempre en caso de que las listas independentistas obtengan más de la mitad de los votos emitidos). Independencia negociada o exprés. Gente de orden o por la brava.

¿Podría el 'president' Mas convertir todo este montón de previsiones en cenizas, si persiste en su negativa a convocar si Junqueras no le asegura la victoria? Podría pero, como acabamos de ver, no sería coherente. Mas se condenó a disolver el Parlament a media legislatura el 27 de septiembre cuando, con gran pompa escenográfica, firmó el decreto de convocatoria del 9-N. Podría no haberlo hecho tan gordo, tan solemne, tan trascendente, pero no fue así. Cuando eligió escribir una página histórica con todas las mayúsculas puso en marcha la dinámica que lleva a las plebiscitarias sin demora. Mejor dicho, la aceleró y la hizo imparable. Si ahora frena, su prestigio entre los independentistas, que no ha parado de crecer, corre un serio peligro de derrumbe. ¿Qué es primero, la oportunidad por la soberanía o pegarse a la silla? Como todos los políticos democráticos, Mas se la debe jugar. Nadie tiene nada perdido antes de empezar. Cuanto más esconda las siglas y más transversal haga su lista, más opciones tiene de rozar la victoria.

Mientras que la izquierda soberanista se presentará dividida entre independentistas y ambiguos, y encima en pugna con la izquierda alternativa, se puede producir un efecto aglutinador del centro-derecha alrededor de Mas. Aunque su lista sea claramente independentista, podrá pasar por moderado ante el rupturismo de Esquerra.