Distancia

JOSEP-MARIA URETA

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Los pasajeros que pretendían viajar a Vilnius (Lituania) con Vueling no lo podrán hacer porque la compañía ha eliminado esa ruta por baja demanda (¿quién la calculó?). Pero generosa como es, ofrece mantener el billete y demás servicios para quienes acepten acercarse a Vilnius desde Riga (Letonia), a 300 kilómetros. La otra opción es viajar hasta Tallin (Estonia), a 600 kilómetros. O sea, usted va a Barcelona y acaba aterrizando en Zaragoza o en Oviedo, "porque están cerca", en una alucinante mezcla de distancia y velocidad de transporte, aterrizando en otro país. 

Así es y se comporta Vueling, antes la Iberia de toda la vida. Que no va a cambiar lo demuestra la triste comparecencia de quienes desde el Govern de Catalunya tienen competencias suficientes para exigir a la compañía dominante en la terminal 1 de El Prat para que explique sus planes estratégicos y las razones de su incumplimiento. No lo hace ni piensa hacerlo, porque no siente que esté obligada a hacerlo. Vueling forma parte de la estructura del Estado español en Catalunya y se comporta como tal, bien abrigada por el modelo centralista de gestión aeroportuaria. De la comparecencia de ayer en el Parlament queda otra constatación: la distancia entre BCN y MAD en términos de cooperación sensata se ensancha más de la que hay entre Vilnius y Riga.