Al contrataque

La distancia moral

JOAN BARRIL

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¡Qué fácil es decir cosas cuando no se sabe qué decir! Es lo que le ha sucedido al ministro Margallo, que es de Asuntos Exteriores pero que últimamente se ha especializado en asuntos interiores. Ahí lo tienen, representando a la UE y encontrándose con una revuelta contra el déspota de Yanukóvich a cargo de los partidarios ucranianos más europeístas. Lo normal hubiera sido darles la bendición de la UE y decirles que España -en tanto que europea- estaba de su lado. Pero la cosa catalana se lo impide. Y ante la invasión rusa de Crimea Margallo dice que cualquier referendo ucraniano, aunque sea proeuropeísta, es ilegal y no vinculante. O sea, que más vale Yanukóvich conocido que ucraniano por conocer. Por más europeístas que sean, España no va a dar alas a los secesionistas ucranianos. Más o menos lo mismo que la negativa a reconocer a Kosovo. Solo se niegan países como Eslovaquia, Chipre, Grecia y Rumanía, no fuera a ser que las lluvias kosovares o ucranianas acabaran trayendo los lodos catalanes.

Así las gasta el ministro en su particular guerra de Crimea lanzado a todo gas, porque ya se sabe que más vale gas ruso en mano que erial ucraniano volando. Se percibe en sus palabras una curiosa distancia moral. Otra vez habla del Estado de derecho, aunque sea exigiendo el retorno del sátrapa de Kiev jugando al golf en su residencia con grifería bañada en oro. Todo vale menos la secesión.

También en Catalunya se percibe el silencio de una extraña distancia moral. Tenemos a un hijo de Pujol investigado por la posesión de unos cuantos coches de superlujo y el movimiento de unos 35 millones, más o menos la cantidad del saqueo de Millet. Pero de eso en Catalunya no se habla. El juez decidirá en su día. Y subyace la sospecha de que el hijo del factótum del nacionalismo haya puesto en peligro la muy honorable integridad de su padre.

El descrédito

Más allá de las conclusiones a las que llegue el juez, ¿cómo se explica que la austeridad de Pujol padre haya desembocado en la frivolidad automovilística de Pujol hijo? Esa distancia moral es el lastre que lleva a cualquier idea hacia el abismo del descrédito. En el fondo, ese tipo de comportamientos vienen a dar la razón a aquellos que identifican la idea independentista con el mantenimiento del poder económico de una parte de su casta dirigente. La fábrica de independentistas solo se sostiene hoy por la ERC de Junqueras -los trapicheos tabaquiles del exconseller Ausàs forman parte del pasado- y por la contumaz actitud del Gobierno español y sus corifeos mediáticos.

Pero la distancia moral de hechos como el de Jordi Pujol Ferrusola, aun tratándose de una persona sin responsabilidades políticas, constituye un duro golpe a la prístina y legítima idea de la consulta.