LA ENCRUCIJADA SOCIALISTA

Disciplina no es unidad

Ante el anuncio de que el PSC votará 'no' ya se han producido en el PSOE amenazas de castigos y de ruptura de relaciones

El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, en la rueda de prensa tras el comité federal del pasado sábado.

El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, en la rueda de prensa tras el comité federal del pasado sábado. / periodico

JOSÉ A. SOROLLA

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Si en el PSOE no hay nadie que apoye a Mariano Rajoy, como dicen los partidarios de la <strong>abstención</strong>, sino que solo se ha tomado la decisión de abstenerse en la investidura para facilitar la gobernabilidad, ¿por qué no se adopta la concesión mínima, la de que solo los 11 diputados imprescindibles se abstengan o se ausenten en la segunda votación. Sería más coherente con votar 'no' en la primera, en la que se expresa el rechazo a Rajoy, mantener la negativa en la segunda hasta el mínimo necesario para asegurar la gobernabilidad.

Pero, claro, esta fórmula chocaría con la idea sacrosanta que se tiene en España de la disciplina de partido. Porque se trata solo de la disciplina, no de la <strong>unidad del partido</strong>, que a la vista ha quedado que es inexistente y que el PSOE, en el máximo órgano de dirección que es el comité federal, está partido por dos, con el 60% a un lado y el 40% en el otro. O sea, que si en la segunda votación de investidura lo que se quiere es dar la sensación de que el partido está unido, es evidente que esa impresión va a resultar falsa y solo fruto de las amenazas frente a la indisciplina.

¿Por qué cuesta tanto en España tolerar la disidencia en los partidos políticos? Esta actitud podía entenderse en los inicios de la democracia —de ahí el veto a las listas abiertas o desbloqueadas—, pero ahora no tiene tanto sentido, sobre todo si no refleja una situación real. Solo hay que mirar a EEUU o al Reino Unido para comprobar que allí el voto diverso en un grupo parlamentario no es algo infrecuente y no por eso se escandalizan las direcciones de los partidos ni se hunden los cimientos del Parlamento. En Francia, un país tan uniformizado, también se produce. En la actual legislatura, los denominados 'frondeurs', una cuarentena de diputados socialistas, se han rebelado en varias ocasiones contra el Gobierno de François Hollande y <b>Manuel Valls</b> y han dejado de apoyar leyes por abstención o ausencia.

CASTIGOS Y RUPTURA

Si eso ocurre en Francia, ¿qué no debería poder pasar en España y en concreto en Catalunya? El PSC ratificó ayer en su consejo nacional que votará 'no' en las dos vueltas de la investidura. Solo ante este anuncio se han producido ya en el PSOE amenazas de castigos y de ruptura de relaciones y hasta se ha resucitado la vieja y disparatada idea de crear de nuevo una federación catalana del PSOE. ¿Es tan difícil para el PSOE entender las razones de <b>Miquel Iceta</b>, sobre todo aquella en la que explica que el PSC no puede facilitar el Gobierno de un presidente que no ha movido un dedo para resolver el conflicto soberanista? ¿Dónde queda entonces el federalismo de la Declaración de Granada, que no soporta ni esa disidencia?

Aunque prefiere continuar como hasta ahora, Iceta ha sugerido replantear las relaciones de acuerdo con el modelo CDU-CSU en Alemania, que solo se diferencia de la fórmula PSC-PSOE en que la CSU no tiene representación en los órganos de gobierno de la CDU. Es decir, el PSC no estaría ni en la ejecutiva ni en el comité federal del PSOE. Pero ni eso parece que acepte el PSOE. Al menos, cuando se planteó ya en el 2013, no lo admitían.