Muere el vicepresidente del Grupo Zeta

Directivo, emprendedor y amigo

Fue un trabajador infatigable, con gran capacidad para la negociación y espíritu innato para emprender

ISIDRO FAINÉ

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Tras una lucha larga y denodada contra la enfermedad, con alegría, con fe y siempre al pie del cañón, ayer nos dejó Juan Llopart, a los 65 años de edad.

Juan Llopart fue un directivo excepcional, un inquieto emprendedor, un hombre de empresa ejemplar y un gran amigo. Con él tuve la suerte y el privilegio de compartir muchos años imborrables de vivencias personales y profesionales. Nos conocimos hace muchos años, él muy joven y yo también, aunque menos, recién llegado yo de mi etapa bancaria en Paraguay, toda una experiencia profesional y de vida. Ya no nos volvimos a separar. Me incorporé a Riva y García, y en esos días tuve ya la íntima convicción de que Juan era una persona y un directivo del que no podía permitirme el lujo de tenerlo lejos de mí.

Nuestra relación fue consolidándose en Banca Jover, donde trabajó conmigo en los tiempos lejanos en los que yo fui director general de la entidad. Entonces era un banco pequeño que había sido adquirido por el Banco de Santander en los años 70. Cuando yo emprendí un nuevo camino profesional, Juan se quedó y, poco tiempo después, fue nombrado subdirector general del Banco de Santander en Catalunya y luego director general.

En aquel entonces todos los que le conocíamos percibíamos las grandes cualidades que le han acompañado a lo largo de toda su vida: un trabajador infatigable con una gran capacidad resolutiva y una enorme capacidad para la negociación, un espíritu innato para emprender y luchar por nuevos proyectos y, sobre todo, lo que con los años más he apreciado de su persona, su lealtad e incondicional amistad. Juan aprendió gran parte de estas cualidades junto a su padre, propietario de una pequeña empresa familiar, Exclusivas Llopart, en la que trabajó mientras estudiaba, brillantemente, Derecho y Ciencias Económicas.

Juan era muy constante pero buscaba siempre retos y proyectos nuevos. Los grandes diarios anglosajones no suelen dejar que sus corresponsales trabajen en un país extranjero más de cinco años. Se tiene la certeza que entonces empiezan a tener reflejos de ciudadano de ese país y pierden cierta lucidez profesional. Quizá Juan Llopart como empresario actuaba, en cierta manera, como un corresponsal anglosajón. Se entregaba con pasión a un proyecto empresarial pero prefería cambiar y afrontar nuevos retos. Eso explica, en parte, que dejara el que después sería el primer banco español -donde tenía por delante una prometedora carrera- y fichara por Carlo de Benedetti para crear en España el holding Cofir, en el que pudo desarrollar a fondo el estudio y compra de empresas de sectores económicos muy diversos. Ahí hizo operaciones como la de la gran cadena hotelera NH, Sotogrande, Sanitas, Maximo Dutti…

ETAPA FRANCESA

Aprecié siempre su gran capacidad para aprender y su enorme valía intelectual. En un momento dado, acordamos que se marchara a hacer un MBA a Filadelfia. A principios los 90, se vinculó a La Caixa, a través del Banco de las Islas Canarias. Y para el banco de la Caixa en Francia, el primer CaixaBank, que acabamos vendiendo. Juan hizo ahí una excelente gestión y consiguió introducirse en el muy exclusivo mundo financiero francés estableciendo una estrecha relación con el bufete de abogados que dirigía Nicolás Sarkozy. Acabada la etapa francesa, Juan decidió tomarse un año sabático que aprovechó para dar la vuelta al mundo en un pequeño barco, el Pec, en compañía de su padre. Era un hombre muy activo que no rehuía las relaciones sociales pero que también apreciaba y necesitaba la intimidad e incluso cierta soledad. Luego trabajó con diversas sociedades como Seelinger y Conde, preparando la compra y expansión de la compañía de head hunters en América Latina y creó su propia empresa Llopart Euroconsejo.

Su última etapa profesional la ha dedicado casi en exclusiva al Grupo Zeta y a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, donde fue llamado por Antonio Asensio Mosbah para afrontar tanto la crisis como la nueva era digital. Y en este cometido Llopart ha sido una gran ayuda para que el grupo no solo haya superado la crisis sino que se haya fortalecido. Y EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, que se ha sumergido con éxito en el mundo de internet, se ha consolidado como un gran referente de la prensa española que tiene dos grandes capitales. Madrid, sí, pero también Barcelona.

En toda su carrera Llopart no rehuyó ninguna responsabilidad y ha sido un trabajador tenaz e inteligente -era un gran políglota que llegó a memorizar el diccionario inglés- y un negociador incansable, incluso, cuando las circunstancias lo requerían, duro. Ayer, afectado por la triste noticia, me emocionó la llamada de un amigo con el que Juan Llopart abordó una larga y espinosa negociación. Me dijo que Juan había sido tan incansable como riguroso defendiendo sus tesis pero que, también, supo aproximar posiciones y alcanzar un buen acuerdo final. Tenía razón. Juan sabía que un directivo debe afrontar situaciones complicadas que está obligado a tomar decisiones difíciles. No puede pasar la pelota a nadie y de él depende el bienestar de muchos empleados. Debe equivocarse lo mínimo y eso exige no solo saber dirigir sino, quizá más, saber escuchar y rodearse de sólidos y formados equipos profesionales. Juan era así.

Juan, mi buen amigo, descansa en paz.

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