Diez años de la reunión de Carod con ETA

SAÜL GORDILLO

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Este viernes de hace diez años, el entonces conseller en cap de la Generalitat, Josep-Lluís Carod-Rovira, se entrevistó en Perpinyà con miembros de ETA, siendo president en funciones y sin advertir ni a su partido ni a Pasqual Maragall. La información del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) fue filtrada por José María Aznar al diario Abc, para posteriormente cargar contra el tripartito catalán y poner en apuros a un José Luis Rodríguez Zapatero que no dudó en presionar a Maragall para que expulsara al dirigente de ERC.

La policía y los espías no detuvieron ni persiguieron a los terroristas, pero la filtración tuvo su recompensa política, la salida de Carod-Rovira del primer Govern de izquierdas de Catalunya. Como es sabido, el dirigente de ERC se presentó poco después a las elecciones al Congreso, en tándem con Joan Puigcercós, y bajo el impacto emocional del 11-M y el legado de Aznar -guerra de Irak- los republicanos lograron un resultado espectacular, pasando de 1 a 8 diputados.

Con el PSOE en la Moncloa, Zapatero anunció formalmente el inicio del diálogo con ETA, recuperando las conversaciones que el Gobierno tuvo con los terroristas en 1998. Lo que era aceptable para Zapatero no lo era para Carod-Rovira, a quien le perdió la forma más que el fondo. Este viernes, el político ya retirado tuiteó: «Hoy hace 10 años. Me cambió la vida, pero la violencia ha dejado de existir e interferir en el independentismo. Se tenía que hacer. Valió la pena.»

Carod-Rovira, como Maragall, son personajes orientados para la historia. ETA abandonó la violencia en el tramo final de Zapatero. Este 2014, como él propuso, está fijada la consulta sobre la independencia. Una década convierte en visionarios a los iluminados incomprendidos en su momento.