A punto... ¿para qué?

Sin reformar España, Catalunya jamás podrá decidir su futuro, pero si lo lograse una inmensa mayoría de los catalanes ya no querrían abandonarla

Imagen de la manifestación de la ANC en la Diada del 2012, en la Via Laietana de Barcelona.

Imagen de la manifestación de la ANC en la Diada del 2012, en la Via Laietana de Barcelona. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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Quienes tras la Diada del 2012Diada confundieron sus patrióticos deseos con la realidad plurinacional –“Esto es un calentón; ya bajará el suflé”—, los mismos que cuestionaron o desdeñaron la capacidad de movilización del independentismo en su momento más álgido, festejarán por todo lo alto que las marchas de este domingo presenten guarismos más discretos. Consuélense echando sus cuentas, pero tengan en cuenta que no hay ninguna otra causa en ningún otro país del mundo que durante cinco años pueda movilizar sin descanso a cientos de miles, incluso a millones de personas. Abandonen toda esperanza: puede que esta vez sean algunos menos, pero lo relevante es que siguen ahí.

'Catalunya, nou Estat d’Europa', 'Via catalana cap a la independència''Ara és l’hora', 'Via Lliure cap a la república catalana''A punt'… Los lemas que la Assemblea Òmnium han ideado para las sucesivas diadas y la simbólica votación del 9-N --otra manifestación, esta papeleta en mano--, sugieren la inminencia de una buena nueva que se está haciendo esperar. La anual Anunciación a cargo de los arcángeles de la 'estelada' puede resultar cansina incluso para los más devotos, pues pasan elecciones y presidentes pero el niño no acaba de nacer. Catalunya está a punto… ¿para qué?

Esos casi dos millones catalanes que se echan a la calle cada Onze de Setembre, votaron ‘sí-sí’ el 9-N y avalaron la hoja de ruta independentista el 27-S no tienen por qué saber, aunque empiecen a intuirlo, que los planes secesionistas pergeñados por sus políticos no tienen ni pies ni cabeza. Que, en democracia, menos de la mitad de los votantes no pueden cambiar las reglas del juego sin contar con la otra mitad. Que saltarse las leyes democráticamente aprobadas, lejos de concitar adhesiones, dispararía las alarmas internacionales. Que la ruptura unilateral es un acto de fuerza que acarrearía graves sacrificios y desgracias personales.

REFORMAR ESPAÑA

El infortunio de los próceres independentistas es que, para poder decidir su futuro, Catalunya necesita reformar España, pero si al fin lograse reformarla una inmensa mayoría de los catalanes carecerían de motivos para abandonarla.