La clave

La Diada del 2017

El 'procés' se está haciendo tan largo para los partidarios como para los contrarios

Pancarta reivindicativa por la independencia de Catalunya, en la manifestación de Barcelona.

Pancarta reivindicativa por la independencia de Catalunya, en la manifestación de Barcelona. / periodico

JUANCHO DUMALL

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Entrenadores y jugadores de fútbol suelen prometer cuando celebran un título de Liga que al año siguiente volverán con esta copa… ¡y con la de la Champions! El público grita entusiasmado ante el compromiso y se va a casa con la ilusión de que, posiblemente, el próximo junio habrá doblete, o triplete. Si luego los avatares de la temporada llevan a resultados más modestos, no pasa nada. El fútbol es otra manifestación del mito del eterno retorno. Cada año se renuevan las ilusiones, como las plantillas, y la fe en los colores no se resiente. Pero cuidado cuando el juego con los anhelos colectivos se hace en terrenos mucho más procelosos y las promesas de futuros logros se dirigen no a futboleros entusiastas, sino a ciudadanos hechos y derechos que creen en sus representantes y que no ven la política como un complejo juego de estrategia interpartidista sino como un vehículo para mejorar sus vidas.

Los máximos dirigentes del soberanismo catalán nos anunciaron ayer, en medio del entusiasmo propio de la fecha, que esta era la última Diada de Catalunya dentro del Estado español. Piensan que eso es lo que quieren oír los centenares de miles de personas que año a año se movilizan por una independencia que nunca llega. Pero un no demasiado profundo conocimiento de la historia invita al escepticismo ante tales promesas, dicho sea sin ánimo de faltar al patriotismo debido.

Cuando no hay señal alguna de que desde el Estado español se abra una imprescindible negociación con Catalunya, la pregunta es qué se nos dirá en el hipotético caso de que en septiembre del 2017 Catalunya no tenga un Estado propio. Esperemos que la explicación no sea que para que la bicicleta no se pare hay que seguir pedaleando.

La hoja de ruta

La ventaja de la hoja de ruta secesionista a tan corto plazo es que llegamos al final de la partida. Estamos ante un órdago que pondrá fin a un procés. Un año y hablamos.