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El Día Mundial del Rock

RAMÓN DE ESPAÑA

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Ahora sí que ya podemos darnos por muertos, amigos: al rock le ha caído su día mundial. Se celebró -es un decir- el pasado jueves, coincidiendo con la fiesta nacional francesaaguada en Niza por un mostrenco islamistaNiza  al volante de un camión. Como todos sabemos, nuestra sociedad le dedica un día al año a todo aquello que considera irrelevante y se la pela, para quedar bien. Por eso celebramos el Primero de Mayo, el Día de la Mujer Trabajadora, el Día del Orgullo Gay y el Día del Perro Policía. El Día del Fútbol no hace falta celebrarlo porque ya lo hacemos a diario durante todo el año.

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Hasta ahora, los que hemos crecido con el rock y el pop aún podíamos hacernos la ilusión de que esa música que tan felices nos había hecho era una faceta más de la cultura contemporánea; es decir, un organismo vivo. Ya albergábamos nuestras dudas, pues los principales grupos del momento nos daban una grima tremenda -¿no es triste que la principal atracción del FIB sea Muse, los Emerson, Lake & Palmer del siglo XXI, pero con aún más pretensiones?- y, además, asistíamos desde hace tiempo a la entronización de divas siniestras como Lady Gaga o Beyoncé, que iban sustituyendo a las bandas de rock en las listas de éxitos. Éramos conscientes de que los tiempos en que coincidían el 'mainstream' y el talento premiado con ventas masivas de discos  habían quedado atrás -Beatles Stones en los 60, Bowie en los 70... Puede que el 'Odelay' de Beck haya sido el último gran disco en venderse como churros-, pero la esperanza es lo último que se pierde y seguíamos a la espera de alguna alegría como la que nos dieron los Strokes en su primer elepé, de algún 'back to basics' que volviera a engrasar los engranajes del rock & roll.

En vez de eso, se nos trata como a los muertos vivientes que somos. Se nos concede un día al año para festejar una antigualla irrelevante que ya no marca el pulso de la sociedad. Primero llegó el Día de las Tiendas de Discos, prueba irrefutable de que ya no quedaban tiendas de discos. Y ahora viene el Día Mundial del Rock, prueba no menos irrefutable de que el rock le importa un rábano a casi todo el mundo. ¡San Elvis nos asista!

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