Editorial

El Día del Pueblo Gitano

En torno al colectivo se ha ido construyendo con el tiempo un cúmulo de estereotipos negativos que ofrecen una versión sesgada de la realidad

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La bandera gitana ondea en el Ayuntamiento de Barcelona y hoy la Font Màgica de Montjuïc se iluminará con los colores de la enseña. Es la forma con la que el consistorio barcelonés se une a la celebración del Día Internacional del Pueblo Gitano. No es un acto tan solo simbólico, ya que el Ayuntamiento pretende seguir la estela del de Sant Adrià y pedirá formalmente que se añadan referencias a la historia del pueblo gitano en los currículums escolares. Se trata, según el Ayuntamiento, de «estar a la altura de la deuda histórica», una deuda de discriminación, olvido y estigmatización.

Es el gitano uno de los colectivos que han sufrido a lo largo de la historia más discriminación y racismo, perseguido prácticamente en cualquier parte del mundo donde estaba. A su alrededor se ha ido construyendo con el tiempo un cúmulo de estereotipos negativos que ofrecen una versión sesgada de la realidad de los gitanos, vinculándolos a la delincuencia, la ignorancia y unas costumbres atávicas que se relacionan a una especie de subdesarrollismo voluntario, lo que no tiene en cuenta siglos de desigualdad e inequidad. En muchas ocasiones, tras llamamientos supuestamente razonables de modernización se esconden voluntades uniformizadoras. Contra ello trabajan muchos grupos dentro del colectivo gitano, sobre todo organizaciones de jóvenes a los que solo cabe ayudar en su tarea de adaptar la realidad gitana a los tiempos actuales sin que ello implique renunciar a su identidad.