Turbulencias en París

Detrás de la crisis, Alemania de nuevo

El gigante germano condiciona la política francesa desde hace un siglo y medio y no es ajeno al estallido del Gobierno de Manuel Valls

JOSÉ ANTONIO SOROLLA

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Detrás de la crisis del Gobierno francés asoma, como siempre, el rostro de Alemania. El gigante germano condiciona toda la política francesa desde hace siglo y medio y no es ajeno al estallido del primer Gobierno de Manuel Valls, que ha durado solo 147 días, de los más cortos de la Quinta República.

En París, cuando se evocan las siempre difíciles relaciones franco-alemanas, no es raro que alguien recuerde que el temor al vecino es lógico, ya que «en un siglo los alemanes cruzaron el Rin en tres ocasiones», en alusión a las invasiones de 1870-71 (Otto von Bismarck) y de las dos guerras mundiales. Es muy ilustrativa de este recelo la famosa frase del escritor François Mauriac: «Amo tanto a Alemania que prefiero que haya dos».

Después de todo aquello, llegaron la creación de la Comunidad Europea, el pacto del Elíseo (1963) entre Charles de Gaulle y Konrad Adenauer, y el eje franco-alemán, ejemplificado en el paseo de Helmut Kohl y François Mitterrand, cogidos de la mano, sobre las llanuras de la batalla de Verdun. Todo eso es cierto, pero también lo es que la rivalidad con Alemania está en el origen de casi todas las crisis francesas.

La última la han provocado unas declaraciones, el pasado sábado, del ministro de Economía y Reindustrialización, Arnaud Montebourg, al diario Le Monde, en las que censuraba la política de austeridad económica promovida por la derecha alemana. El domingo le secundaba otro representante del ala izquierda del Partido Socialista (PS), el titular de Educación, Benoît Hamon, quien reclamaba que Francia debía separarse de las políticas de la cancillera Angela Merkel, a la que reprochaba que se

preocupaba solo de sus intereses y no de los de Europa.

Evocación a Bismarck

Aunque pueda parecer extemporánea la evocación del canciller Bismarck, no lo es en absoluto. En diciembre del 2011, Montebourg comparó a Merkel con Bismarck en unas declaraciones públicas y en un texto en su blog en el que escribía lo siguiente: «Bismarck eligió reunificar los principados alemanes buscando dominar los países europeos, particularmente Francia. En una similitud chocante, la cancillera Angela Merkel busca solucionar sus problemas interiores imponiendo el orden económico y financiero de los conservadores alemanes al resto de Europa». Entonces no era aún ministro, pero sigue pensando lo mismo, es decir, que Alemania solo ha hecho que sustituir la expansión territorial por el dominio económico.

Partidario del «capitalismo

cooperativo», impulsor de la Sexta República, proteccionista, favorable a la nacionalización de empresas estratégicas y promotor de la desglobalización durante su campaña para las primarias socialistas que ganó François Hollande y en las que quedó tercero, con un 17% de los votos, Montebourg era un cuerpo extraño en un Gobierno encabezado por Manuel Valls cuya misión primordial es aplicar el «pacto de responsabilidad» anunciado por el presidente François Hollande en diciembre del 2013.

El pacto de responsabilidad es una forma de llamar al giro a la derecha o al socialismo liberal adoptado por Hollande tras fracasar su política de impulso del crecimiento y su intento de cambiar el diktat de Merkel en la UE apoyado por los países del sur. El plan consiste básicamente en un recorte de 50.000 millones de euros hasta el 2017 (18.000 por el Estado, 11.000 por las corporaciones locales, 10.000 en sanidad y 11.000 en protección social), un ahorro en cotizaciones  para las empresas de 40.000 millones para fomentar la competitividad a cambio de crear empleo, y rebajas de las cotizaciones salariales y de los impuestos a las rentas más bajas. Todo ello con la intención de cumplir el déficit y el pacto de estabilidad de la Comisión Europea.

Frente a esa política clásica de oferta, Montebourg y una parte del PS se inclinan por una política de demanda en la que lo prioritario no es cumplir con el déficit, sino estimular la demanda y el consumo. En sus declaraciones del sábado, Montebourg abogó por «dar prioridad a la salida de la crisis y poner en segundo plano la reducción dogmática de los déficits, que nos conduce a la austeridad y al paro».

La crisis pone fin asimismo a un pacto contranatura que mantenían Valls (52 años), Montebourg (51) y Hamon (47), más por razones generacionales de conquista del poder en el PS que por afinidades ideológicas.