tú y yo somos tres

No destrocen al pianista

Ferran Monegal

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Siempre que sale un presentador y ejecuta parte de su monólogo sentado al piano -una rareza no muy habitual, por otra parte-, a mi canario flauta Papitu y a un servidor el alma se nos encabrita de alegría. Ternurismo, sin duda. Pianistas de hotel es lo que mi canario y yo queremos ser, caso de que haya otra vida. Creo que Ángel Martín, después de un tiempo alejado de la tele tradicional -ha hecho pantallas por internet-, ha recobrado un savoir faire sin prepotencia, y ha debutado con elegancia e ingenio en el programa de humor y ciencia titulado Órbita Laika (La 2). «Le hemos puesto nombre de perro porque los programas con animales siempre funcionan muy bien», nos decía en uno de sus golpes de ironía. Efectivamente, el estreno ha funcionado bien, con una fluidez sabia, retrancona y entretenida. Señalemos que hay más humor que ciencia en este ejercicio. No es reproche. En absoluto. El humor que hemos visto se desmarca de la tontería y la gansada, tan habituales hoy en día. Hay talento. En 1960, François Truffaut dirigió para el cine una parábola con suspense titulada Tirez sur le pianiste. El pianista era Charles Aznavour. La trama le envolvía en un clima de novela negra, con fieros matones dispuestos a darle una paliza. Las pasó canutas Aznavour. Visto el debut de Orbita Laika, no se merece Ángel Martín que el crítico matón le dispare proyectiles, aunque las críticas siempre sean inútiles balas de ceniza. Dicen que el elogio debilita, o sea que no voy a seguir debilitando a Martín. Solo celebro la nueva dimensión que ha demostrado de sí mismo en su regreso televisivo en el marco de La 2, esa cadena plagada de rarezas estimables, esa cadena que a veces hasta parece que está ahí para redimir a su hermana mayor, la manipulada TVE-1, que hoy es un paisaje de periodistas sentados por los pasillos en señal de protesta por las adulteraciones que sufren sus informativos. La 2, en efecto, es otro mundo. El otro día, por ejemplo -mea culpa por no haber hablado antes de esa delicia-, emitieron una reflexión sobre aquel programa, Búscate la vida, que hizo en 1985 la inolvidable Montserrat Roig. Bajo el título de La vida encontrada volvieron a entrevistar a aquellas criaturas que conversaron con Montserrat 29 años atrás. ¡Ahh! Todas ellas, aún con trayectos existenciales bien distintos, confluían sin saberlo en una sensación común: la vida siempre te sorprende. Las cosas nunca salen como uno, ingenuamente, las había previsto.