Después del fin

ENRIQUE DE HÉRIZ

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Hará poco menos de un año anuncié en este mismo espacio que emprendía la escritura de una crónica sobre el monotema del encaje de Catalunya en España. Se iba a llamar Un marciano en Cataluña y, al modo de las Cartas Persas, pretendía usar la figura del marciano como falso narrador ingenuo; desconocedor de las claves locales de un problema, no tiene más remedio que indagar en la realidad con la menor cantidad posible de prejuicios.

He pasado meses entrevistando a empresarios, gestores culturales, comerciantes, maestros, directores de escuelas… Con dos premisas: debían tener una opinión claramente distinta de la mía y yo tenía que sentarme ante ellos para proponerles que me convencieran. O que, al menos, me ayudaran a entenderles mejor. El resultado, en el terreno personal, ha sido espectacular: mi perspectiva vital se ha ampliado. La semana pasada, sin embargo, decidí abandonar por un tiempo el proyecto, por dos razones: a) exigía serenidad y cierta distancia. Cuando el rey de un lado tiene que abdicar y el rey del otro se ve obligado a confesar sus podredumbres, es casi imposible seguir escribiendo sin rebozarse en el fango, y b) todo el proyecto pretendía contribuir a luchar contra el deplorable empobrecimiento intelectual al que nos lleva el manejo político de la situación. El poder, los poderes, han dedicado mucho esfuerzo a parir y difundir eslóganes de una eficacia indiscutible, ecos vacíos de frases útiles que equiparan, según el interés de cada uno, la democracia tan solo con el voto o tan solo con el compromiso de la legalidad. El pueblo secunda el fenómeno con metáforas ridículas que comparan el complejísimo pacto social con una cena, una fiesta, un matrimonio, un contrato de alquiler. Asimilamos independencia con libertad, respeto a la ley con sumisión a una sola idea de la unión sellada por esta.

Perfecto: vapuleado por las aspas de la perplejidad, reconozco que los gigantes eran molinos y guardo el proyecto para mejor ocasión. Quizá para cuando termine de salir a flote todo el lodo.