El despertador

El buen juego exhibido por el Barça ante el Celta hace soñar en la remontada ante el PSG

SÒNIA GELMÀ

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La batalla empezó hace tres semanas, justo en el momento en que el polaco Marciniak pitó el final del partido. Se iniciaba un duelo entre la razón y la ilusión que en aquellos momentos parecía desigual. Nuestra parte racional -basada en argumentos sólidos y probabilidades- dejaba muy poco margen a nuestra parte emocional, la que se deja llevar por el deseo y por la fe. Aquella noche, ni siquiera el vestuario tuvo arrestos para plantearse una hipotética remontada. Hubiera resultado, efectivamente, iluso.

Pero cualquiera que haya puesto atención a la sociología del culé sabía que era cuestión de días que estallara la operación remontada, primero tímidamente, más tarde a pecho descubierto. Las famosas noches mágicas, un referente tan tentador como cansino. Pero lo que se podía prever como simple maniobra mediática e institucional, cuenta desde el sábado con un aliado inesperado: el juego.

UNA LENTA CURACIÓN

La herida de París se ha curado parcialmente, a un ritmo tranquilo y pausado. Un punto de sutura por aquí, algo de yodo por allá. El triunfo ante el Leganés fue funcionarial, sin aspavientos. Ante el Atlético de Madrid demostraron la competitividad, sin alegrías. Ante el Sporting, goles, poco más. En cambio, ante el Celta, se abrieron de par en par las puertas de la ilusión. Porque, justo cuando hacía falta, ha llegado el juego. Los mismos jugadores que parecían lentos, imprecisos, torpes hace cuatro días, recuperaron inesperadamente el punto de forma necesario para permitirse soñar.

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Liberados o no, tenga o no incidencia alguna que Luis Enrique haya derivado la atención del banquillo al césped, los jugadores respondieron sobre el campo. Otra cosa es que sean capaces de levantar un 4 a 0. Europa no ha visto jamás tal gesta. La lógica sigue indicando que un gol de los franceses obligaría al Barça a meterles seis. La racionalidad sigue dando mínimas opciones, pero que Emery pueda temblar en algún momento del partido es mucho más de lo que nadie se esperaba hace tres semanas.

SOÑAR DESPIERTO

Soñar se ha puesto de moda en el barcelonismo y así vamos a seguir hasta el miércoles cuando en un momento u otro sonará el despertador. Hay dos posibilidades: una, pequeña pero real, de que despertemos de la pesadilla en la cual entramos hace tres semanas, o bien otra, más probable, de que abramos los ojos y nos encontremos que el sueño en realidad empezó el sábado. Pero, quién no se ha engañado alguna vez y ha intentado seguir soñando pese a saber que estaba despierto. Porque los sueños, sueños son.