La rueda

Desmadre en el Ministerio del Interior

ANTÓN LOSADA

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Ya es oficial. Aunque parezca imposible, existe un sitio donde nadie manda nada, todo puede funcionar peor y se genera incluso más lío y ruido que en el PSC. Es el Ministerio del Interior. Allí parece que la fiesta nunca termina. No queda cuerpo o asociación judicial, colectivo social o sindicato policial que no haya afeado al ministro Fernández Díaz su intento de imponer una concepción gubernativa del orden público que nos devuelve al más selecto franquismo. Como los jueces no le dan la razón, el ministerio intenta quitar de en medio a los jueces con la ley de seguridad ciudadana. Un plan tan astuto como peligroso y poco democrático.

Al frente de la Guardia Civil, la incompetente gestión de Arsenio Fernández de Mesa en el terrible suceso de los inmigrantes ahogados en las aguas de Tarajal supera incluso los apabullantes niveles de frivolidad, desahogo e ignorancia que acreditó como delegado del Gobierno durante la catástrofe del Prestige. Ahora tenemos un director de la Guardia Civil en la clandestinidad, una invasión de inmigrantes inventada en Ceuta y Melilla y media Europa llamándonos racistas con ese cinismo tan continental.

La penúltima copa en esa juerga permanente que parece la política de Interior ha sido la destitución del mando de los antidisturbios por el 22-M. Según el director de la Policía, Ignacio Cosidó, todos lo hicieron muy bien menos el responsable del dispositivo, que lo hizo fatal y por eso se le destituye. Además de certificar así el fracaso de la estrategia de convertir las protestas sociales en grandes superproducciones de cine de acción con miles de policías, Cosidó dio cifras. Hubo incidentes en menos del 0,5% de las manifestaciones celebradas en el 2013. La supuesta ola de violencia social que nos asuela también es mentira.