El fútbol en la España vacía

Sergio del Molino estableció en su brillante ensayo 'La España vacía', premiado como uno de los mejores libros del 2016, que España es un país con dos caras. Una la conforman los territorios despoblados, rurales, por los que hace tiempo que no pasa la historia, y la otra, mayoritariamente litoral, es la superpoblada, urbana y más abierta a los cambios sociales.

La España vacía, según los datos de Del Molino, tiene 268.083 kilómetros cuadrados, el 53% de la superficie del país, pero solo 7.317.420 habitantes, el 15,75% de la población. En el libro se llega a delinear el mapa de esa España interior, de baja densidad, dibujo en el que quedan fuera  Catalunya, Comunidad Valenciana, Andalucía, País Vasco y Galicia, territorios con una densidad población  equiparable a la de los grandes países europeos.

Pues bien, ese mapa de la parte menos poblada del país coincide casi milimétricamente con el de las comunidades que el año que viene no tendrán clubs de fútbol en la Primera División. Con el ascenso del Getafe, el pasado fin de semana, la división de honor del fútbol español queda compuesta por cuatro equipos de Madrid, otros cuatro del País Vasco, tres de Catalunya, Comunidad Valenciana y Andalucía, dos de Galicia y uno de Canarias. Es decir, de las 17 autonomías españolas, diez se quedan sin fútbol de primera: Asturias, Cantabria, Navarra, Aragón, Baleares, La Rioja, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia. 

Equipos con el historial del Real Zaragoza, Real Valladolid, Sporting de Gijón, Racing de Santander, Osasuna y Real Mallorca, entre otros, han quedado sumidos en la nada de la España vacía, lo que trasladado al mundo del fútbol equivale al llamado 'infierno' de la Segunda División. 

DESEQUILIBRIOS

El drama es que la coincidencia entre el mapa poblacional y el futbolístico no responde solo a una cuestión de masa crítica, es decir, a número de socios, de seguidores, o al impacto mediático. Más bien los desequilibrios del mapa de la Primera División tienen que ver con la dinámica que imponen los negocios vinculados al ladrillo, tan cercanos al balonpié patrio.