Nueva orientación económica en Arabia Saudí

¿Desengancharse del petróleo?

Al Gobierno de Riad no le será fácil conseguir que su economía deje de depender del hidrocarburo en solo cuatro años

Pozos petrolíferos.

Pozos petrolíferos. / periodico

MARIANO MARZO

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Tras el acceso del rey Salman bin Abdulaziz al trono de Arabia Saudí en enero del 2015, el príncipe heredero Mohammed bin Salman se está mostrado como la autoridad más proactiva en el diseño de la nueva orientación política del reino. El príncipe, de tan solo 31 años, ha sorprendido a la comunidad internacional al anunciar que Arabia Saudí se ha impuesto la tarea de poner punto final a su adicción al petróleo. Una dependencia que según declaraciones de Bin Salman a 'Al-Arabiya' «es peligrosa y ha retrasado el desarrollo de otros sectores».

El gobierno de Riad se muestra dispuesto a abandonar la vieja política, basada en maximizar los ingresos procedentes de las exportaciones de petróleo, sustituyéndola por otra que busca diversificar la economía, desacoplándola progresivamente de los hidrocarburos. Una fórmula realmente audaz, sobre todo si tenemos en cuenta que Arabia Saudí atesora cerca del 16% de las reservas probadas de crudo del planeta y es el mayor exportador mundial de petróleo, sin olvidarnos que en el 2015 este hidrocarburo supuso cerca del 73% de los beneficios gubernamentales y alrededor del 88% de los ingresos por exportaciones.

REFORMAS ECONÓMICAS

La propuesta de Bin Salman se enmarca en un ambicioso plan de reformas económicas (Saudi Visión 2030) aprobado por el consejo de ministros saudí el 25 de abril. Dicho plan, cargado de retórica y buenas intenciones (transparencia, dinamismo, preservación del medio ambiente, desarrollo del potencial en energías renovables, inversión a largo plazo, etc.) propone un espectacular giro económico para el reino en el horizonte del 2030.

Se trata de lograr que los beneficios no provenientes del petróleo aumenten de 43.500 millones a 267.000 millones de dólares e incrementar las exportaciones no relacionadas con el petróleo, de modo que el porcentaje del PIB no ligado a este hidrocarburo pase del 16% al 50%. Asimismo, el plan prevé una Oferta Pública Inicial (OPI) del 5% de la petrolera estatal Saudi Aramco, para crear el fondo soberano de inversión más grande del mundo con casi 2 billones de dólares. Un fondo que garantizaría que hacia el 2020 Arabia Saudí fuera capaz de asegurar su supervivencia sin depender del petróleo. Se trata de un plazo de cuatro años. ¿Es esto posible? Lo más probable es que no.

FINANZAS DÉBILES

En primer lugar porque el antídoto previsto por Arabia Saudí para desengancharse de su adicción al petróleo pasa, irónicamente, por utilizar a fondo los ingresos generados por las ventas de dicho hidrocarburo y, en esta línea, se da la circunstancia de que las finanzas del reino no atraviesan su mejor momento. La estrategia de Arabia Saudí y de sus aliados del Golfo de recuperar cuota de mercado a expensas de otros productores con costes más altos, ha supuesto una importante caída del precio del crudo, de modo que los ingresos por exportaciones descendieron de 278.000 millones de dólares en el 2013 a 118.000 millones el año pasado.

Por otra parte, los gastos se han mantenido, tanto internamente como en el extranjero, hacia donde se han dirigido grandes sumas, sea para apuntalar los gobiernos débiles de países amigos (Egipto) o para financiar intervenciones militares (Yemen y Siria). En consecuencia, tras alcanzar en el 2015 un déficit récord, cercano a los 98.000 millones de dólares (cerca del 15% del PIB), el presupuesto para el año en curso fija una reducción del 14% en el gasto doméstico. Asimismo, para gestionar su déficit, Arabia Saudí ha retirado una quinta parte de sus reservas de divisas en el extranjero (150.000 millones de dólares desde el 2014) al tiempo que el reino acaba de suscribir su primera deuda internacional en años y solicitado créditos bancarios.

Sin duda, el éxito o fracaso del ambicioso plan de Arabia Saudí depende de dónde sitúe el umbral de lo que considera adicción. ¿Bastaría con que el porcentaje de ingresos gubernamentales procedentes de la venta del petróleo se redujera del 73% al 50%? ¿O este último porcentaje tendría que ser del 20%? Incluso en el primer caso, si tomamos como referencia los últimos presupuestos gubernamentales, el reino tendría que generar una actividad económica no relacionada con el petróleo equivalente a más de 37.000 millones de dólares por año en los próximos 15 años. ¿Cómo? El plan Saudi Vision 2030 no entra en demasiados detalles al respecto, aunque la OPI sobre el 5% de Saudi Aramco podría ayudar considerablemente.

El problema es que la actual coyuntura de bajos precios del crudo desaconseja abordar esta operación de forma inmediata. Incluso no está claro que el reino se decida finalmente a llevarla a cabo, ya que la valoración de ese 5% supondría desvelar al mercado uno de sus secretos más preciados: el volumen real de sus reservas probadas de petróleo.