Desconexión vía AVE

¿A quién beneficia el sabotaje? En este caso solo enrarece el clima de crispación

OLGA MERINO

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Un palmo de fibra óptica armó el gran cisco el jueves con 40 trenes de alta velocidad detenidos, como si ya hubiese comenzado la anunciada desconexión con España a tajo de cúter. Todo indica que el pifostio no fue un error de los cuatreros del cobre, sino un sabotaje.

Mientras se esclarecen los hechos, no acaba de entenderse la vulnerabilidad de una infraestructura tan carísima como el AVE, y es aquí cuando el escarmentado duda: ¿no habrá sido la chapuza habitual de abaratar costes? ¿Basta una canaleta, de hormigón pero accesible, para proteger la fibra óptica? Puede que no quepa otra solución técnica, pero se antoja poco razonable que la seguridad de los 450 kilómetros de alta velocidad en Catalunya tenga que garantizarse a base de horas de patrullaje. Otro asunto es el cobre; los hurtos han disminuido, pero hace ya tiempo que los Mossos tendrían que haberse puesto las pilas investigando el proceder de las bandas y quién compra el material sustraído. Aquí se produce el 41,8% de los robos.

Aun así, ha sido muy poco oportuno el ministro de Justicia, Rafael Catalá, al acusar a los Mossos de dejación ahora, en lugar de facilitar que los cuerpos de seguridad se coordinen para agilizar la investigación. De igual forma, parece precipitado que la Audiencia Nacional haya instruido una investigación sobre los «estragos terroristas» antes de que se haya determinado el tipo de delito. Como  también está fuera de lugar la réplica del conseller Santi Vila vinculando la falta de inversión en Rodalies (cierta) con la práctica ausencia de robos de cobre en la red de Ferrocarrils de la Generalitat.

En las novelas de misterio, el lector se pregunta a quién beneficia el crimen y suele acertar, pero, en este caso, el sabotaje (o lo que sea) solo viene a enrarecer el clima de crispación. Y claro, como estamos con lo que estamos, unos cortan los cables y a otros se les cruzan.

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