EDITORIAL

La desconexión que divide al Govern

La obcecación de los impulsores de la desconexión por provocar una reacción desmesurada de las instituciones del Estado les lleva a perder cada día más apoyo social, a dividirse internamente y a actuar sin garantías

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont / periodico

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Los preparativos del referéndum que han anunciado Carles Puigdemont y Oriol Junqueras avanzan a un ritmo menor del que querrían las entidades independentistas pero a la suficiente velocidad para ir tensando las estructuras del Govern y de la Administración catalana. La aparente determinación de los impulsores de la convocatoria choca una y otra vez con la realidad. Y los intentos de soslayarla les llevan a iniciativas cada días más esotéricas y alejadas de las mínimas garantías democráticas además de burlar la legalidad vigente.

Según se ha sabido esta semana, PDECat y Esquerra no se ponen de acuerdo sobre la que hasta ahora era la piedra filosofal de esta fase de procés: la ley de desconexión que a pesar de pretender constituir un nuevo ordenamiento jurídico se iba a aprobar con nocturnidad y alevosía en pleno mes de agosto, Cuando se acercan al precipicio algunos sienten el vértigo y ahora pretenden que esa norma pase por el Parlament en todo caso después del referéndum si este llega a celebrarse y gana la secesión. Y para darle más oscuridad al asunto hemos sabido que estos temas ya no se debaten en el seno del Govern sino en un sanedrín de notables sin ninguna legitimidad.  

Los impulsores de esta presunta desconexión están ciertamente cada día más desconectados de la realidad. Su obcecación por provocar una reacción desmesurada de las instituciones del Estado les lleva a perder cada día más apoyo social, a dividirse internamente y a actuar sin garantías.