Al contrataque

Descanso

Mi deseo para las vacaciones es que juzguemos menos y comprendamos más; que cambiemos el tono y el ritmo de generar bilis

TURISTAS EN LAS PLAYAS DE SALOU

TURISTAS EN LAS PLAYAS DE SALOU / nip

MANEL FUENTES

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Descansar no es más que cambiar de ritmo. Esta fue la frase que me dijo un colega de profesión al inicio de mi carrera, cuando apuntado al pluriempleo apenas tenía tiempo para respirar. Me la creí y no solo resistí sino que incluso a veces llegué a disfrutar del viaje. En estos tiempos modernos en los que estamos, las vacaciones convierten el calendario en un sudoku, en una trampa de imposible conciliación entre las exigencias del mercado, el receso escolar y demás condicionantes. Así que pongo la frase de mi amigo a disposición, para los que necesiten consuelo y morfina.

Víctimas de la conexión permanente, el pedido constante y el sueldo menguante,  muchos no van a tener muchas más opciones. Insertarán su estrés en otro paisaje; irán y vendrán; los hijos y los amigos les echaran de menos; los padres y los suegros les sentaran a la mesa y tendrán que renunciar a destellos de calma y felicidad en el mejor momento. Para ellos y ellas es mi recuerdo hoy, al tiempo que lanzo una plegaria general para que las cosas no nos resulten tan duras a todos.

Mi amigo Carles Flaviá , (siempre Flaviá), solía pedir que para que el descanso fuera completo era imprescindible hacer vacaciones de familia durante unos días. No seré yo quien me sume a este deseo, puesto que ya les extraño demasiado durante el año. Y adoro esas comidas multitudinarias de sobremesas eternas. Con risas y cánticos. Y cucurucho en el postre. No, mi deseo es otro. Suplico que durante estos meses tengamos todos vacaciones de crispación. Que nuestros representantes se dejen de frases y contrafrases, más retóricas que eficaces, más tácticas que estratégicas, que lo único que hacen es ir envenenando el ambiente. Deseo que quien quiera, pueda opinar lo que le plazca sobre el 'procés', el Barça o la Moreneta sin ser crucificado en Twitter o en la Catedral de Barcelona, ese templo que ahora también se discute como sacro o lúdico-festivo. Y que quien no quiera opinar también lo pueda hacer y sea igualmente respetado.

SOLIDARIDAD Y RESPETO

Mi deseo para las vacaciones es que juzguemos menos y comprendamos más; que cambiemos el tono y el ritmo de generar bilis. Que se pueda hablar y discutir. Que se pueda escuchar la radio. Que se pueda escuchar y entender al otro. Que haya una tregua aunque no sea pactada. Que haya orgullo colectivo de nuestra diversidad. Que haya solidaridad para valorar lo bueno que tiene el otro. Que haya educación e interés. Y respeto por la cultura. Y que se viaje mucho. Y con la mente abierta. Respeto es la palabra clave. Un respeto que hemos ido dilapidando entre todos demasiado rápido. Activa o reactivamente. El respeto al otro. A sus opiniones y a su descanso. A su trabajo y a sus ausencias. A su voto y a su no-voto.

Seguro que así nos haríamos la vida un poco más cómoda, especialmente a aquellos que más allá de las bagatelas del momento, estos días deben salir a trabajar mientras otros solo esperan meterse en el mar. Cuando además, si se fijan bien,  se darán cuenta de que muchos de los que nos invitaron a la orilla, ahora nadan y guardan la ropa, mientras tú tienes agua en los zapatos.