EDITORIAL

Deporte, Juegos Olímpicos y sexismo

Lugar de exaltación de valores, el deporte debería ayudar a revertir las actitudes machistas de nuestra sociedad

Ruth Beitia.  Oro

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Como el enorme escaparate global que son, los recientes Juegos Olímpicos de Río también han reproducido una discriminación secular de nuestra sociedad al reavivar la controversia del sexismo en el deporte, y por extensión en la sociedad en general. En efecto, la cobertura mediática ha desatado una justificada cadena de críticas por referirse en demasiadas ocasiones a las deportistas a partir de su aspecto físico, tratamiento que nunca se hace con sus colegas masculinos. Así, por ejemplo, un diario italiano aludió a unas compatriotas como «el trío de gorditas» de tiro con arco, por no hablar de noticias y fotografías incidiendo en la belleza (o no) de algunas deportistas, más que en sus méritos. Nada, por otra parte, que sorprenda porque se produce lamentablemente en otros ámbitos.

Es evidente que la sociedad ha evolucionado y el machismo no es el de otros tiempos -pese a la persistencia de la terrible lacra de la violencia sexista-, pero son aún demasiado visibles actitudes que no contribuyen a allanar el camino hacia la igualdad. Y el deporte -terreno de exaltación de valores como la superación, el esfuerzo, las buenas prácticas (no siempre) y la disciplina- debería convertirse en el lugar ideal para acabar con tics y gestos impropios de nuestro tiempo, y que solo realimentan un trato decorativo, humillante, de la mujer. La permanencia de esas conductas se produce, de forma paradójica en el caso español, al mismo tiempo que el progreso de las deportistas. Hace cuatro años, en Londres, lograron 11 de las 17 medallas de la delegación. En Río han sido 9 de 17. Igual que es cierto que los premios alcanzados por esos éxitos son iguales para todos, también lo es que fuera de los Juegos el deporte femenino español vive en precario. No estamos exentos de culpa los medios por esa desatención, lo que supone pérdida de espectadores y, lo más importante, de patrocinios. Y es que la brecha salarial del deporte (salvo en casos como el tenis) resulta todavía mayor que en otros sectores.

El deporte es un reflejo de la sociedad, pero tiene medios a su alcance para ayudar a revertir la situación. Y, como casi siempre, hay que empezar muy pronto. Sería conveniente, por ejemplo, que en la edad escolar se potenciara el máximo la composición de equipos mixtos. Porque la igualdad debe fomentarse desde la infancia.