La clave

Siete novias para siete votos

JUANCHO DUMALL

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El debate organizado por EL PERIÓDICO con los siete cabezas de listadebateEL PERIÓDICOcabezas de lista por la circunscripción de Barcelona para las elecciones del día 20 fue otro retrato del complejo mapa político de Catalunya. Lejos quedan los tiempos en los que había dos partidos grandes, la extinta CiU y el PSC, y tres pequeños, ERC, PPC e ICV. Estos últimos se disputaban los restos en las distintas citas electorales. Tal esquema se fue al garete por el terremoto que supuso la crisis económica, por el desgaste de materiales sufrido por el sistema político nacido en 1978 y por el proceso soberanista que introdujo una polarización extrema en torno, primero, al derecho a decidir y, después, a la independencia.

Los nuevos tiempos, asociados a la difusa etiqueta de nueva política, son de fragmentación, de volatilidad del voto y, sobre todo, de un panorama más abierto para formar mayorías de gobierno en los distintos parlamentos. La última encuesta publicada por este diario hace seis días cara al 20-D vaticina que cuatro fuerzas están en Catalunya en la foto finish en cuanto a número de escaños: ERC, 9-11; En Comú Podem, 9-10; Ciutadans, 8-10, y PSC, 8-9. Ese cuádruple empate configura un nuevo mapa que se corresponde -con la clamorosa excepción del PP, cada vez más irrelevante en Catalunya- con los nuevos vientos en una España en la que el bipartidismo imperfecto que impera desde 1982 ha quedado superado y la batalla electoral se disputa por primera vez a cuatro bandas.

Frente a quienes consideran que la atomización del sistema de partidos es una desgracia que traerá más inestabilidad, conviene mirar el lado positivo que no es otro que una representación política más ajustada a la pluralidad de la sociedad.

Fuego cruzado

El fuego cruzado en el debate a siete de EL PERIÓDICO es una buena muestra de cómo las distintas sensibilidades en torno al modelo social y al estatus de Catalunya dentro o fuera del Estado español configuran un debate multilateral enmarañado, pero rico. Eso sí, este esquema exige gran flexibilidad para formar mayorías estables. Los apriorismos y el exceso de líneas rojas son el punto débil del nuevo mapa de partidos.