La rueda

Democracia secuestrada pide el rescate

SAÜL GORDILLO

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El republicanismo español y el soberanismo catalán topan con el mismo muro, el de la Constitución de 1978 como corsé democrático. En España no hay margen para la democracia fuera de los límites legales impuestos por un bipartidismo en descomposición. Ni consulta catalana ni referendo sobre la Monarquía. Los sucesivos gobiernos de PSOE y PP pueden incumplir sistemáticamente sus promesas constitucionales y pueden tumbar, por inconstitucionales, aquellas que promuevan las fuerzas políticas hasta ahora llamadas minoritarias, o las mayoritarias de "la periferia". Ser de izquierdas y republicano en España o soberanista en Catalunya es una misión imposible en un país donde se censuran portadas cómicas como la de 'El Jueves' cuando caricaturiza a sus monarcas o que cierra diarios como 'Egunkaria' con la excusa de la lucha antiterrorista.

La abdicación del rey Juan Carlos I, lejos de servir para modernizar y limpiar la institución monárquica con la coronación exprés de Felipe, puede suponer el detonante del creciente malestar social. La Corona como pararrayos del rechazo de un sistema corrompido y de unas políticas involucionistas del Ejecutivo de Rajoy. Un PSOE en horas bajas amenazado por la irrupción de Podemos -la CUP española, pero sin implantación territorial- y el auge de Izquierda Unida, sumado a la "desconexión" de CiU en este proceso sucesorio -como los nacionalistas vascos-, no es la mejor combinación para el éxito de una operación de Estado forzada por el calendario del 9-N.

Con Juan Carlos I y Rubalcaba se irán dos protagonistas de la política española de las últimas cuatro décadas, pero con ellos no se marcha la vieja concepción de la democracia. La Constitución no puede seguir siendo su coartada.