Peccata minuta

Del pasado efímero

JOAN OLLÉ

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Todo viene de demasiado lejos, incluso de antes de los monos de Kubrick, que, en tan solo un par de compases de El Danubio azul, saltaron de la ley de la selva a la NASA. La civilización es solo un maquillaje de la barbarie, y la diplomacia, un compás de espera para mejor preparar la embestida definitiva. Y eso al público le encanta: de idéntica manera que El Caso, semanario especializado en crímenes, fue una publicación popular del franquismo, también seguimos siendo entusiastas votantes y coreadores de gente abyecta. Caí del caballo al ver cómo, tras saberse que la familia Messi había intentado defraudar un dineral a la Hacienda española, es decir a todos nosotros, el astro fue más que aplaudido al saltar de nuevo al césped. Ahora el Barça ha optado por reeducar multimillonariamente a un chico con problemas de agresividad.

También la política está más cachonda que de costumbre: en Torredembarra -Torredem/barra- acaban de sustituir a un alcalde convergente encarcelado por otro convergente imputado; esperemos que el partido soberanista actúe en consecuencia  y opte porque Oriol Pujol, héroe y mártir que renuncia a sí mismo por el todo por la patria, sea reemplazado por alguien reclamado, al menos, por la Interpol. ¡Y los socialistas, que van y convocan un ejemplar casting para liderar su vergüenza y resulta que, al grito de !unidad!, los candidatos clavan los pinchos de  la rosa en la espalda de su rival hasta aniquilarlo!

Vergüenza ajena

La sociedad es sumisa, pero no imbécil, y ha seguido este apasionante debate de democracia interna con tanto interés como el que ofrece observar detenidamente como se seca una pared recién pintada o se pudre una manzana, procurando que no se le  escapase el pis de tanta risa tonta y vergüenza ajena. ¿No han entendido aún que, después de aparecer en escena Pablo Iglesias, Ana Colau,  Rosa Díez y compañía, lo de antes está a punto de ser una caducada lata de comida para perros?

Y ante la delicadísima situación, un puñado de valerosos  intelectuales, primos hermanos de Dreyfuss y Zola y amparados bajo el paraguas de mi admirado amigo Vargas Llosa y del genial Boadella -que prefirió como musa a Esperanza Aguirre que a Gala-, consideran que Catalunya es la culpable de todo y que no estaría nada mal que los tanques constitucionales volviesen a enfilar la Diagonal, parando a repostar, eso sí en Via Véneto, ¿verdad, Sir Arcadio? Les doy la razón a los intelectuales cuando aconsejan a Rajoy no hablar con Mas, porque también él forma parte de lo oscuro y del pasado. A falta de consulta, las encuestas dan por clara vencedora de las próximas elecciones a Esquerra. Quizá quien tenga que hablar con Rajoy sea Junqueras, el callado.