La clave

Del clan Pujol al 'caso Rato'

Sus razones tendría el exvicepresidente económico de Aznar y exdirector gerente del FMI para acogerse en el 2012 a la amnistía fiscal de Montoro

ENRIC HERNÀNDEZ

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Un año atrás hubiéramos escrito aquí que la agilidad con que está fluyendo la información sobre los problemas de Rodrigo Rato con el fisco no tenía precedentes en la historia de España. Hoy no podemos hacerlo: las pesquisas sobre los pelotazos de la familia Pujol y la fortuna oculta en paraísos fiscales han merecido semejante ejercicio de transparencia informativa, loable en ambos casos siempre que no esconda motivaciones espurias.

Los escándalos del clan Pujol y el clan caso tienen tres denominadores comunes: el ejercicio pretérito de altas responsabilidades políticas, ya extinguidas; el supuesto manejo de capitales de origen no confesable y no confesado a Hacienda; y, a partir de ese pecado, las virtudes del escarmiento público como instrumento político. En un caso, para desarbolar la causa soberanista, serrando el ajado tronco del que brotaron las nuevas ramas; en el otro, para presentar a Mariano Rajoy en vísperas electorales como súbito portaestandarte de la lucha contra el fraude fiscal y demás vicios del pasado --a los que, según la justicia, el PP no fue del todo ajeno-- mediante el sacrificio de quien en su día le disputó el liderazgo del partido. Dos en uno.

El entremés de los 705

Sus razones tendría el exvicepresidente económico de Aznar y exdirector gerente del FMI para acogerse en el 2012, como ha reconocido él mismo, a la amnistía fiscal del ministro Cristóbal Montoro, como haría más adelante la familia Pujol. Una operación de alto riesgo para quien acababa de ser defenestrado como presidente de Bankia por quienes un día fueron sus subordinados en el Ministerio de Economía; señal de que ya no le profesaban la obediencia debida. Pero si, a sabiendas de que ya no contaba con la coraza gubernamental, Rato hubiera cometido más tarde un delito de blanqueo de capitales, como sospecha el Ejecutivo, no solo su honorabilidad quedaría definitivamente en entredicho; también su inteligencia.

Rato solo sería, con todo, el entremés que sirve Hacienda del menú de 705 cargos y excargos públicos investigados por idénticas prácticas. Un festín para los adalides de la nueva política... salvo que algún plato se les atragante.