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Del 'caso Millet' al 'caso Convergència'

La confesión del exgestor del Palau es un torpedo en la línea de flotación del Partit Demòcrata en plena operación retorno de Mas

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ROGER PALÀ

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Con la confesión judicial de Fèlix Millet y Jordi Montull el 'caso Palau' entra ahora en una nueva dimensión. Ya no lo podemos explicar como la actuación aislada de dos manzanas podridas del cesto. La certificación de que Millet y Montull no solo saquearon el Palau, sino que habrían actuado como 'arregladores' para facilitar los pagos irregulares de Ferrovial  Ferroviala Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), convierte el 'caso Millet' en el 'caso Convergència'.

A la espera de lo que diga Jordi Montull, Millet ha optado por una voladura controlada, apuntando directamente a Daniel Osácar, extesorero de CDC, pero exculpando a la cúpula política convergente. ¿Es posible que ni primero Jordi Pujol ni después Artur Mas tuvieran indicios de la actuación ilícita de sus tesoreros? CDC ingresó más de seis millones de euros en presuntas comisiones irregulares durante los años de la gestión de Fèlix Millet en el Palau. ¿Es posible que en el partido nadie se diera cuenta de nada de lo que estaba pasando? 

Las consecuencias políticas del 'caso Convergència' son todavía hoy imprevisibles. Podríamos encontrarnos ante la situación de que tres generaciones diferentes de tesoreros de CDC –primero el difunto Carles Torrent y Daniel Osàcar, implicados en el 'caso Palau', y después Andreu Viloca, involucrado en el 'caso 3%'– hubieran tomado parte de una trama de captación irregular de fondos que habría servido para financiar la actividad del partido que durante más años ha gobernado la Generalitat. Si las revelaciones del caso del 3% fueran ciertas, querría decirse que cuando el 'caso Palau' salió a la luz, en el año 2009, las supuestas actividades irregulares de CDC para obtener fondos ilícitos no solo no cesaron, sino que llegaron a perfeccionarse.

La confesión de Millet es una bomba en la línia de flotación del nuevo Partit Demòcrata de Catalunya en plena operación retorno de Artur Mas. El veto de la CUP a Mas fue difícil de digerir para CDC y para el hoy 'expresident', pero al mismo tiempo abrió una ventana de oportunidad: la de refundar el partido a través de nuevos liderazgos que no estuvieran manchados por la era Pujol. Pero Mas es un animal herido que no ha superado aquel paso al lado forzado por la izquierda independentista. Siente que tiene todavía un papel por jugar en la Catalunya del procés –o del posprocés–.

CONFLICTO EN EL PARTIDO

Las aspiraciones de Mas, sin embargo, suponen un fuerte conflicto en el seno del nuevo Partit Demòcrata. El legado del 'president' siempre tendrá una doble cara. Él es quien puso las urnas el 9-N y se enfrenta por ello a una posible inhabilitación. Pero, al mismo tiempo, es también el presidente de la Convergència de Osàcar y Viloca. La Convergència que el 'president' Maragall definió en el año 2005 con aquella profética sentencia: «Ustedes tienen un problema, y ese problema se llama 3%». Es menos conocida la frase que precedió aquella histórica afirmación: «'Hem tocat el moll de l’ós'». Efectivamente.