tú y yo somos tres

Del amor y del desfibrilador

FERRAN MONEGAL

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Nuevo sobresalto emocional en Polseres vermelles (TV-3): la Cristina (Joana Vilapuig) ha querido quitarse la vida tomándose un bote entero de pastillas. ¡Ahh! Estaba en una situación tremenda. Hundida completamente a causa de su anorexia, y además desesperada porque creía que su amado Lleó (Àlex Monner) se había enamorado de Rym (Laia Costa), decidió marcharse de este mundo, desaparecer, acabar, morir. O sea, un nuevo y trágico golpe para que los adictos a esta producción suframos mucho. Pero como las tramas de esta teleserie siempre cabalgan entre la adversidad y la esperanza, ha entrado Lleó en la habitación en la que Cristina yacía intubada, y con extraordinaria ternura ha comenzado a murmurarle: «T'estimo, t'estimo molt... No fotis, Cris, no fotis, necessito que tornis...», y en un rapto de cariño muy bonito ha acercado sus labios a los de ella y la ha besado cálida y profundamente, intentando quizá detener el proceso de huida de este mundo. Después de esta escena hemos visto que los doctores le han practicado a Cristina una enérgica sesión de choque con un desfibrilador, descarga tras descarga sobre su pecho. Y al final de la secuencia, hemos advertido con enorme confort existencial -nuestro canario flauta Papitu lloraba en la jaula de alegría- que Cristina se movía, ¡que volvía a la vida! ¡Ahh! Ha sido un final reconfortante el de este capítulo. Pero después de secarse las lágrimas, y aún estando contentísimo, nuestro perspicaz Papitu nos ha lanzado una inquietante duda. Nos ha dicho: «¡Ay! Nunca sabremos si Cristina ha retornado a este mundo por la fuerza del cariño de Lleó, o por las contundentes descargas del desfibrilador». Es tremendo este Papitu.

MAL ESTILO .- Sorprende que en un programa de buen rollo, simpático, entretenido, como el Así nos va (La Sexta), den cabida a una sección que consiste en parar por la calle a anónimos transeúntes con el único objeto de tomarles el pelo y reírse. El otro día preguntaron a un señor qué le parecía la noticia de que ya había nuevo Papa y que era negro. El caballero no salía de su asombro. No sabía qué decir. Y en el plató se desternillaban. Anna Simon añadió: «Mirad, mirad el abrigo que lleva ¡esos los llevaba yo en los años 80!». O sea, además del escarnio, se burlaban de su indumentaria humilde. Mal estilo en un programa que pretende que pasemos una sobremesa divertida.