Decisión valiente

"El PSC no está ante la tesitura del ser o no ser. Está ante el reto de ser simplemente él mismo a partir de su memoria histórica"

Pere Navarro, en el Parlament

Pere Navarro, en el Parlament / periodico

JOAN FERRÁN

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Que el PSC no está en su mejor momento, desde el punto de vista de las perspectivas electorales, es cierto. Que debe reforzar su discurso, revigorizar su dinámica interna y abrir ventanas a las exigencias de los nuevos tiempos, también. Pero dicho esto, y aceptadas estas premisas, lo que no puede hacerse ni debe hacerse es dejarse llevar por el qué dirán ni por lo que dicen cuatro escribas a sueldo del 'establishment' o un par de 'pensadores' desencantados de columnita fija en los diarios.

El PSC no está ante la tesitura del ser o no ser. Está ante el reto de ser simplemente él mismo a partir de su memoria histórica, de sus acuerdos congresuales. El PSC no se examinará cada día. No le hace falta. Su trayectoria catalanista está fuera de dudas, y su discurso federalista ha sido una constante a lo largo de la historia del país. Que el socialismo ibérico está inmerso en tribulaciones es una evidencia, de acuerdo. Necesitará reinventarse si quiere recuperar el espacio político que le corresponde como representante de la corriente socialdemócrata internacional. Ahora bien, en el ámbito catalán, los socialistas no lograrán superar esta situación compleja siguiendo la estela de barcos que no saben dónde van, o bien nos quieren llevar al reino del absurdo.

Para volver a ser mayoritario a tener criterio propio, no adoptar ni los conceptos ni las ideas de los adversarios y, al mismo tiempo, ser capaz de mantener principios a pesar de ir a contracorriente. Quien sigue en exceso las modas, a menudo, carece de personalidad. Muchos de los que hoy señalan con el índice al PSC harían bien en repasar la historia más reciente de la política catalana. Comprobarían que los que este año ocupan la 'pool position' en las encuestas, hace cuatro días dormían demonizados en los márgenes y, ¡oh paradoja! Observarían como el destinado a convertirse en el Moisés catalán se ha convertido en un presidente prisionero en un laberinto con fondos de cánticos de sirenas.

Durante los últimos meses la comisión ejecutiva que dirige Pere Navarro ha movido más fichas 'intocables' de las imaginables y, a pesar del ruido de los eternos insatisfechos, ha sido capaz de colocar en el seno del socialismo español el debate constitucional y el federalismo. Alguien puede argumentar que lo ha hecho con defectos de forma y falta de oportunidad. Quizás sí, pero lo ha hecho. Recientemente la dirección de los socialistas catalanes, a pesar de defender el llamado 'derecho a decidir', no se ha querido sentar alrededor de la mesa orquestada por el Govern convergente. Esta es una opción a respetar. Es un acto de protesta firme y difícil frente las trampas de un ejecutivo asfixiado. La decisión es bastante valiente porque, entre otras cosas, exige una doble argumentación. A saber: la del compromiso inequívoco de la consulta dentro de la legalidad, y también la de afirmar que Mas navega, cautivo, sin norte y no vale el reírle las ocurrencias.

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