El falso debate de la inmersión lingüística
Jose A. Rodríguez
Licenciado en física por la UAB. Estrategia digital en UGT de Catalunya
JOSE A. RODRÍGUEZ
Aunque en esta campaña los temas “catalanes” han pasado más de puntillas, Mariano Rajoy se desmarcó hace muy poco con una crítica a la inmersión lingüística catalana.
Hay una construcción de relato curiosa que intenta trasladar al ámbito educativo catalán un debate sobre si los contenidos educativos (y la lengua vehicular también es un contenido educativo) han de depender de la libertad de los padres o de equilibrios políticos arbitrarios de una lengua respecto a otra.
Este análisis adolece de un error. En el ámbito educativo no se miden las lenguas por tiempo de uso o no se hace la inmersión lingüística con el objetivo de adoctrinar a los niños en las excelencias del nacionalismo catalán, sino en base al objetivo que es el conseguir que los alumnos consigan competencias. Nadie considera que los padres puedan escoger si sus hijos estudian o no matemáticas o la evolución, ni tampoco nadie considera algo razonable discutir fuera de los criterios pedagógicos y experiencia en el campo educativo razonable si los niños han de hacer una hora menos de matemáticas a favor de otras competencias.
El debate sobre la inmersión es muy parecido al que en algunos estados de Estados Unidos se tiene sobre si la evolución se puede o no incluir en el currículum educativo. En ambos casos es un debate ideológico puro y duro, totalmente ajeno al debate académico o pedagógico.
La inmersión se hace para garantizar que todos los niños, todos, no sólo aquellos cuyos padres les hablan catalán en su hogar, puedan dominar el catalán de una forma más que razonable.
El motivo es pedagógico. No se domina un idioma sin un uso social de él. Para una parte importante de los alumnos la única forma de tener ese uso social es en la escuela. Con el castellano es algo que no es necesario. Ningún ciudadano catalán puede pasar un día sin utilizar el castellano y sin recibir múltiples impactos comunicativos en castellano. En cambio hay cientos de miles de ciudadanos catalanes que pueden pasar semanas, meses y años sin utilizar el catalán.
Todo el argumento contra la inmersión lingüística se basa en elementos ajenos al mundo educativo y la pedagogía, y al objetivo final que es el que los niños salgan con competencias lingüísticas en catalán y en castellano. Objetivo que parece que cumplen tan bien con el castellano como cualquier niño de Cuenca o Zamora.
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