Editorial

Un debate de fin de época

Un Rajoy excesivamente optimista en lo económico lo fía todo a que cuaje la idea de que España ha salido de la crisis

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La primera jornada del debate sobre el estado de la nación, el último de la legislatura, se presentaba como algo más, como el del fin de una época, cuyo verdadero alcance deberá marcar este año electoral. Era el día del primer cara a cara entre un veterano Mariano Rajoy y un novel Pedro Sánchez, que se juega en los próximo meses el ser o no ser de su liderazgo. Era, posiblemente además, el último debate marcado por el bipartidismo.

El presidente del Gobierno fue a lo suyo desde su primera intervención: contar a los españoles, estadísticas en mano, que España ha logrado ya salir del agujero de la crisis y camina hacia una recuperación que deberá concluir la próxima legislatura, si los electores no se apuntan a «ventoleras ideológicas». Un discurso arriesgado porque el exceso de optimismo choca con la percepción de muchos ciudadanos -en paro o no- que siguen sin notar los efectos de tanta bonanza anunciada. Ante la crisis de régimen que vivimos -política, territorial, de corrupción y confianza en las instituciones- Rajoy lo fía todo a la economía. Catalunya y la corrupción apenas ocuparon siete minutos de la hora y media larga de su intervención, sin que se registrara ninguna idea nueva. Ni siquiera la nueva apelación de Duran al diálogo logró más tarde sacarle de su inmovilismo.

Por su parte, Sánchez, en nombre de un PSOE que, ante el empuje de nuevas fuerzas, pugna por no descolgarse de una lucha que siempre ha sido cosa de dos, abundó en la otra cara de la moneda del impacto de la crisis. El aspirante salió bien parado de la prueba y una muestra fue la dureza y el tono desabrido que le dedicó Rajoy en sus réplicas. El líder del PSOE sí se desplazó algo más por terrenos ajenos a la economía, aunque su receta para Catalunya no mereció más que una referencia a la fórmula federal.

Que el camino expedito que pintó Rajoy hacia la recuperación es más que discutible lo evidenció también la intervención del portavoz de CiU, que no dudó en plantear, con su propia lista de cifras y carencias -la ley de dependencia, especialmente-, que el vaso no está tan lleno como lo pinta Rajoy, e incluso que el reparto de los esfuerzos, por administraciones y por clases sociales, es muy desigual. El baile de cifras que unos y otros se arrojaron dejó, sin embargo, muy en el aire la pregunta que más de un orador formuló: ¿Qué sociedad queremos para el mañana?