Peccata minuta

De tú a tú

JOAN OLLÉ

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Todo empezó en el parisino y 'checoslovaco' año 1968, cuando María de los Ángeles Félix Santamaría, con su 'La, la, la'logró mayor reconocimiento europeo que todos los empeños desarrollistas de Franco. Ese año fue, también, el de la ley de prensa de Fraga, a quien la triunfante Massiel le espetó ante las cámaras de TVE: «!Anda, Manolo, dame un abrazo!», primer achuchón televisado entre farándula y poder. Mi madre dijo: «No vamos bien».

Pasaron muchos años, muchas décadas, en las que cualquier tipo de tuteo entre próceres y gente común estuvo fuera de la ley; ellos valían más que nosotros por su título de excelentísmo, vuecencia o 'molt honorable'. Solo el monarca, de tan y tan campechano, tuteó a todo quisqui, reservándose para él el trato de majestad, o, como mínimo, señor. Los asistentes a los mítines coreaban «!Felipe, Felipe!», porque era de casa, pero nunca se oyó un clamor de «!José Mari, José Mari!», ya que Aznar venía de donde venía. En Catalunya, cuando lo de Banca Catalana, se produjo un curioso fenómeno machista cuando sus adeptos piropearon tautológicamente a la señora Ferrusola: «'Això és una dona!'». No una primera dama; solo una 'dona'.

Han tenido que pasar 47 años desde Eurovisión para que el trato de tú a tú se haya generalizado en el plasma. Probablemente, la principal razón por la que Mariano decidió no ir al debate de 'El País' fue para que Albert, Pedro o Pablo no le tratasen protocolariamente de don Mariano: la batalla generacional estaba perdida. Prefirió refugiarse en la mansión de Bertín Osborne, con quien se dedicó a repasar su intachable infancia, a tragar empanada gallega y mejillones regados con albariño, así como a disputar un incruento partido de futbolín defendiendo los colores del Barça. A Osborne, al principio, le costó tutear al don, pero, gracias al albariño, todo acabó en francachela compartiendo «!coños!», «joderes» y otras expresiones de mal tono, como las que suelta el pueblo llano, al que el recortador y aguabendito Rajoy pretendía acercarse a través del saleroso Bertín.

Duelo al pimpón

También Pedro Sánchez, con sonrisa dentífrica y camisa blanca, aceptó exprimir recuerdos y naranjas en la cocina del cortijero y batirse en duelo al pimpón. Aquí la confianza fue mucho más allá por parte de ambos, sobre todo cuando se lamentaban por los puntos perdidos en el tenis de mesa: «!Coño!», «¡Joder, presi!», «!Me cago en la mierda!». Blasfemia, ninguna.

Ya anteayer, en la jornada de puertas abiertas del Congreso, la excomunista Celia Villalobos le espetó a Pablito Iglesias: «A mí, cariño, no me hables de 'usté' porqué podría ser tu madre, pero no es 'pa' tanto». Si mi madre viviera, volvería a decirlo: «No vamos bien».