La clave

De Rahola a Aguirre

ALBERT SÁEZ

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La carrera política de Pilar Rahola inició su declive en 1996, cuando en plena campaña electoral la grúa municipal de Badalona se llevó su coche. Personada en el depósito, recuperó el vehículo al grito de «usted no sabe quién soy yo». Salió elegida diputada, pero acabó su carrera como tránsfuga del Partit per la Independència, uno de los beneficiados de Millet en el caso Palau. Dieciocho años después, Esperanza Aguirre protagonizó una escena similar en Madrid. Multada por un agente de tráfico, se dio a la fuga arrollando la moto de la autoridad.  Aguirre está a un paso de convertirse en tránsfuga del PP a medida que Rajoy se consolida tras los hachazos  fiscales y la Gürtel. Lástima que se haya quedado sin el diario que le daba apoyo y que ahora se haya hundido con este gesto autoritario.

Una y otra son dignas representantes de la vieja manera de hacer política. La que se basa en los privilegios y en los tacticismos antes que en el interés general y en la ideología. Aguirre ha dado tantas vueltas que ya no sabemos si es liberal, como cuando privatizó los hospitales, o autárquica,  como cuando se opuso a la opa de Gas Natural al grito de «antes alemana que catalana». Aguirre es ya una parodia de sí misma como lo llegó a ser la Rahola política aunque transiten en trincheras nacionales diferentes.

Rajoy, el rey Sol

Cobrada esta pieza, a Rajoy ya nadie le mueve la silla en el PP. Pasado el ecuador del mandato ha desactivado al aparato de Génova con el caballo de Troya de Bárcenas, ha decapitado al frente valenciano que le salvó el puesto en el 2008, ha fulminado a las direcciones de Andalucía y el País Vasco y ha disgregado el núcleo de poder alternativo en la Comunidad de Madrid. Esta serie de asesinatos políticos homeopáticos, sin sangre ni griterío, le ha dejado como un rey Sol a punto para capitalizar la recuperación económica cuando llegue. Tan seguro se siente Rajoy que incluso se permite el lujo de vacilar a su propio partido a propósito del nombre del candidato a las elecciones europeas. Y tanta fe ciega tienen en el líder que incluso le montan un vídeo para convertir la necesidad en virtud. Más política vieja.