Editorial

David Bowie, un genio de la música

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El olimpo de los dioses de la música pop y rock recibió ayer a un nuevo inquilino con el fallecimiento de David Bowie, el cantante británico convertido en una indiscutible referencia por una trayectoria artística de cuatro décadas tan personal como polifacética. Y marcada, además, por una etiqueta de genialidad que nunca le abandonó, ni en sus últimos meses y días. Porque solo está al alcance de los elegidos poder escribir el guion de un epílogo vital. Lo demuestra que el pasado viernes, el día que Bowie cumplió 69 años, se lanzara su último disco,no tanto un testamento de su obra como un particular regalo de despedida. Según la crítica especializada, se trata de un trabajo discográfico -el número 25 de su carrera- atractivo e inquietante desde el propio título, estrella negra en castellano, y que se interpreta ahora de forma inequívoca como el fruto de un silencioso trayecto de año y medio por la enfermedad, un cáncer, que ha ocasionado su muerte.

Ahora que se habla sin cesar de reinventarse en cualquier ámbito probablemente pocos artistas lo hayan hecho como el músico y compositor nacido en el barrio de Brixton, a las afueras de Londres. Y es que Bowie se detuvo prácticamente en todas las estaciones de la música pop y rock de los últimos 40 años. Pero es, sin duda, como figura del glam -asociado al disco y al personaje de Ziggy Stardust-por los que adquirió estrellato planetario. Eran tiempos, inicios de los años 70, en que levantó la bandera de la liberación sexual con una imagen andrógina que cultivó con mimo, como hizo con las numerosas aristas de una carrera que irradió también al cine como actor o a la pintura.

Siempre avanzado a su tiempo, fue también un precursor de una concepción teatral y visual de las actuaciones en directo para lo que acudió a la maestría del grandioso mimo y coreógrafo británico Lindsay Kemp. Un serio aviso de salud, una crisis cardiaca en el 2004, le apartó de las giras y abrió lo que se convertiría en una progresiva retirada de los focos. Tanto es así que su anterior y aclamada obra, 'The next day' (2013), llegó después de una década de paréntesis discográfico. Quizá por ello las nuevas generaciones no tengan pruebas cercanas de la capacidad de un cantante, un músico, un artista total, con la inquietud y la mirada propias de un genio de espíritu renacentista.