Los SÁBADOS, CIENCIA

Dalí o la cuarta dimensión

La obra del pintor ofrece varias intuiciones que más tarde la ciencia logró establecer y comprender

Dalí o la cuarta dimensión_MEDIA_2

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JORGE WAGENSBERG

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¿Qué es ciencia? Conocimiento lo más objetivo, inteligible y dialéctico que sea posible. ¿Y arte? Conocimiento, no necesariamente objetivo, inteligible ni dialéctico, pero capaz de saltar de una mente a otra. Ciencia y arte se encuentran a veces de frente, a veces de lado, a veces la una pisando los talones del otro, a veces orbitando el otro en torno a la una. Curiosamente, las opiniones sobre cuál es la buena relación entre ambos se polarizan cerca de dos extremos. En uno están los que piensan que arte y ciencia no tienen nada que ver, en el otro los que insisten en que arte y ciencia son la misma cosa. El primer límite conduce directamente a nada, y el otro, tarde o temprano, al absurdo.

Sin embargo, cualquier situación intermedia tiene su interés. Los conceptos nucleares compartidos por el arte y la ciencia son dos: la intuición y la comprensión. ¿Qué es comprender? Comprender tiene que ver con explorar lo común entre lo diferente. ¿Y qué es intuir? Intuir es un delicado roce entre lo ya comprendido (u observado) y lo que aún está por comprender (o por observar). El Quijote intuye, Sancho comprende. Con estas dos ideas se ensayan dos afirmaciones:

La grandeza de la ciencia está en que puede comprender sin necesidad de intuir (uno). En efecto, la ciencia se alimenta de la percepción del mundo, pero tiene un problema a la hora de intuir aquella parte de la realidad que no puede percibir directamente con sus sentidos. Es cuando la realidad es invisible por demasiado pequeña, por demasiado grande, por demasiado rápida, por demasiado lenta, por demasiado opaca, por demasiado transparente... Con la mano en el corazón: nadie intuye la física cuántica porque no existen observadores cuánticos. Sin embargo, sí podemos comprender la realidad con ayuda de la cuántica. Por otro lado: la grandeza del arte está en que puede intuir sin necesidad comprender (dos). De aquí surge una propuesta para que arte y ciencia se fecunden mutuamente. Se trata de que cada una se apoye en su propia grandeza para engrandecer a la otra: el artista sirve intuiciones científicas al científico y el científico obsequia comprensiones artísticas al artista. ¿Es eso posible? Lo es ySalvador Dalíes la prueba. (El centro Pompidou de París recuerda con nostalgia el clamor ciudadano de la exposición sobreDalíen 1979 e intenta reeditarlo en el 2013.)

Dalíse alimentaba de ciencia. Existen imágenes de unDalíjovencísimo con revistas científicas bajo el brazo y de sus conversaciones con científicos comoJames Watson(estructura del ADN),Sigmund Freud(psicoanálisis),René Thom(catástrofes), oIlya Prigogine(complejidad). En la mesita de su lecho de muerte quedaron textos de físicos comoErwin Schrödinger, Werner Heisemberg oAlbert Einstein.La obra deDalí

está impregnada del pensamiento de todos estos autores, sí, pero la buena pregunta es otra: ¿tuvoDalí

intuiciones útiles para la ciencia o la matemática? Tuvo varias. Menciono solo una.

El problema más antiguo de la pintura consiste en la representación de un volumen de tres dimensiones (la realidad) en una superficie de dos (el lienzo). Los artistas de Altamira ya lo intuyeron hace más de 13 milenios (por eso usaban las protuberancias de la roca para hacerlas coincidir con las jorobas de los bisontes). Pero diez milenios después (¡!) los cronistas murales de Mesopotamia estaban igual: todo de perfil y en un mismo plano.Giottointuye la perspectiva geométrica al final de la edad media, pero no llega a comprenderla (las líneas de fuga no convergen). El problema no encuentra solución definitiva hasta el renacimiento y culmina conLas MeninasdeVelázquez.SegúnMichel Foucaulten el prólogo de su libroLes Mots et les Choses,esta pintura introduce además el tiempo como cuarta dimensión. Es, si se quiere, el espacio deMinkowskyde la relatividad deEinstein: tres dimensiones espaciales y una temporal (¡el cine!).

Dalíse interesa por el 3D de las holografías y de la estereoscopia pero no tarda en intuir su escasa trascendencia científica o filosófica. Los científicos manejan sin problemas espacios de muchas dimensiones. Los comprenden pero no los intuyen.

El cerebro es incapaz de imaginarse un espacio de una dimensión superior a la del mundo en el que vive. La proeza intelectual no consiste entonces en intuir el espacio 3D sino el 4D. Su cruz hipercúbica contiene la pista genial que siguió 20 años después el matemáticoThomas Banchoffpara intuir aquello que, hasta entonces, solo podía comprender.

«¿De donde ha sacado esta idea, maestro?», le pregunté en noviembre de 1985.«¡Ramon Llull! ¡Juan de Herrera!»,soltó sin inmutarse. O sea:Dalíse alimenta deDe Nova Geometríadel místico medieval y delDiscurso sobre la figura cúbicadel arquitecto de El Escorial. Luego piensa, conversa, sueña... y engendra una nueva intuición.