Al contrataque
Cumpleaños
Hace un par de días, mi hijo mayor cumplió 17 años, le tuve con 27. No creo que estuviese viva sin mis hijos
Milena Busquets
Escritora
MILENA BUSQUETS
Hace un par de días, mi hijo mayor cumplió 17 años, le tuve con 27. No creo que estuviese viva sin mis hijos. No es sólo que la vida sin ellos, una vez les he conocido y criado, no me interesaría en absoluto. Es que si no los hubiese tenido, no creo que estuviese viva.
No creo que hubiese sido capaz de hacer ninguna de las cosas que he hecho. No creo que hubiese sido capaz de izarme con enormes dificultades fuera de la infancia. No creo que hubiese podido aceptar ninguna de las muertes del camino. No creo que hubiese aprendido jamás a hacer un huevo frito. Tampoco hubiese aprendido que las ventanitas del calendario de adviento se abren una a una, y no todas de golpe. No sabría lo que es dormir tranquila, incluso cuando la vida alrededor no va demasiado bien, solo porque sé que mis hijos están soñando suavemente (o ya no tan suavemente) en sus respectivas camas. No sabría lo que es la paz. No hubiese escrito ni una línea. No sabría ninguna tabla de multiplicar. No hubiese entendido que el amor solo sirve para despilfarrarlo (como el dinero).
Mis libros no estarían en las estanterías, más o menos ordenados. No tendría estanterías. No hubiese descubierto que soy un animal. No buscaría el gran amor, porque seguiría pensando que no existe. No hubiese aprendido a tener cuatro ojos, o mil, a veces, para encontrar todo lo que les puede hacer gracia o dar placer, todo lo que les puede servir para estar más despiertos o para ser mejores personas. No sabría detectar la fiebre (y la pena y el cansancio y el hambre) a distancia. No hubiese rozado levemente ninguna frente con mis labios para ver si ardía. No sabría atar los cordones de los zapatos ni poner una lavadora. No sería nada.
LA NATURALEZA DEL AMOR
Mi madre solía decirme, medio en broma, medio en serio (la maternidad no fue nunca para ella la obviedad que es para mí, nunca le gustaron demasiado los niños): «Milena, ¿no podrías intentar disimular un poco para que no se notase tanto que lo único que te importa en este mundo son tus hijos?».
Me importarían un pito los eclipses de sol y los de luna, y el fútbol, y la extinción de las especies. No hubiese aprendido a ser feliz siendo siempre la segunda o la tercera. No hubiese salido del presente y de la nostalgia del pasado. No hubiese entendido la naturaleza del amor que sentí por mi madre. No hubiese velado el sueño de nadie, solo hubiese querido que velasen el mío. No hubiese aceptado jamás que mi vida dependiese de la de otro ser humano. No hubiese entendido que casi nunca pasa nada y que nada es demasiado importante, pero que en las cosas que lo son, nos va la vida. No sabría que soy rica a pesar de sentirme tan a menudo arruinada.
Felicidades, pequeñajo.
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