A jugar con lo puesto

La ausencia de los 'comuns' es, sin duda, una mala noticia para un soberanismo que no ha escatimado esfuerzos para seducirlos

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JOSEP MARTÍ BLANCH

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Catalunya en Comú se ha apeado del tren de la unilateralidad negándose a asistir a la cumbre de partidos favorables al "referéndum o referéndum" convocada por Carles Puigdemont tras el enésimo y nuevamente baldío intento de forzar a Mariano Rajoy a negociar la consulta. Xavier DomènechAda Colau y compañía han viajado cómodamente en el vagón de la ambigüedad que proporciona el Pacte Nacional pel Referèndum, que aglutina a partidarios de la consulta, independientemente de que sea pactada o no. Pero lo cierto es que en la primera decisión tomada una vez el convoy ha llegado al punto de bifurcación, los 'comuns' han preferido no proporcionar la foto de unidad que equivaldría a decir que todos los partidarios del referéndum lo están también a favor del referéndum unilateral. La asistencia del diputado de Podem Albano Dante Fachin debe entenderse más en la lógica de su guerrilla particular con los 'comuns', que no como un guiño del partido de Pablo Iglesias a favor de la vía unilateral.

¿Es un 'no' definitivo? Nada lo es. Cuando el referéndum de Artur Mas se convirtió en un "proceso participativo", Esquerra Republicana se desmarcó inicialmente de la iniciativa para volcarse después en la organización de la misma, tras comprobar que los ciudadanos sí estaban dispuestos a participar en una consulta no vinculante. La reserva de los republicanos era en aquel entonces por defecto -tenía que ser un referéndum, no una consulta- y ahora con los 'comuns' es por exceso -tiene que ser pactado, no unilateral-. Son escenarios diferentes, excusas diferentes, pero sirve para ejemplificar por qué es pronto para afirmar tajantemente, y sin añadir ni que sea un ligerísimo matiz en forma de interrogante, que los 'comuns' han tomado ya una decisión irreversible.

PARTICIPACIÓN A DISTANCIA

Hubo también gente sin invitación que quiso participar de la cumbre, aunque fuera a distancia. Por ejemplo, Pedro Sánchez, que dejó claro nada más desayunar que estará al lado de Mariano Rajoy en la lectura restrictiva de la Constitución y que, por tanto, cierra la puerta a algunas fantasías que se habían leído y oído estos días. O la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que convocó una rueda de prensa matinal para seguir tratando al 'president' como "'senyor Puigdemont'" y martillear la estrategia de degradación institucional y escalada verbal iniciada la semana pasada que pretende situar al Govern de la Generalitat en el campo mental del golpismo descerebrado.

Pero en el fondo, solo la ausencia de los 'comuns' puede considerarse una novedad relevante. Y es, sin duda, una mala noticia para un soberanismo que desde las elecciones del 2015 no ha escatimado esfuerzos para seducirlos con el señuelo de una futura república de ensueño en la que a veces parece que prácticamente quedaría institucionalizado su programa electoral.

Quizá rectifiquen, quizá no. Pero haría bien el Govern en empezar a considerar seriamente que la partida de la unilateralidad se jugará, salvo sorpresa, con lo puesto. Y lo puesto son los resultados surgidos en las elecciones del 27-S del 2015.